Fragmentos de amarillo y líneas verdes. La tierra me saluda y en sus ojos de higuera dulce hallo una honda paz, un bienestar lánguido de espigas. Por el silencio escalan mis pulmones. A la derecha tienden las moreras un resplandor violeta. Cuánto amor entre las ocres sombras de los huertos. Subo la cumbre y surge la dehesa como una manta de oro hacia el oeste. En las encinas se abren los recuerdos. El cielo baja a mi alma. Sobre el lago, los ánades, abrazándose a los juncos, reciben mi alegría en soledad.
Alejandro López Andrada
Editorial "Trifaldi"