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OPINIóN
Actualizado 15/06/2015
Jesús Garrote

No hay demasiados medios plurales donde se pueda opinar en libertad. Yo  agradezco que en este espacio se me ofrezca la oportunidad de hacer visibles las virtudes de los excluidos sociales.

Evidentemente no creo que me lea mucha gente porque intento interpretar el mundo desde el pequeño rincón de la casa escuela Santiago Uno y desde mi propia historia personal. Soy consciente que no soy un genio de la escritura y además se escribe deprisa y corriendo, sin que esto quiera ser una disculpa.

Estoy mediatizado por la valía de los chicos etiquetados de basura que saben cocinar, soldar, primeros auxilios, plantar, sembrar, cortar el pelo, cantar, bailar, hacer circo y sobre todo apasionarse. No tienen mucho que perder por lo que las normas normales no van mucho con ellos, pero son muy importantes para esta sociedad porque resuelven muchos problemas y en instituciones como la nuestra se evitan otros muchos, algo que también cuenta. Es más cara una cárcel que un viaje o una actuación de circo.

Por eso doy las gracias a la dirección de este medio de comunicación y a todos sus trabajadores por dar voz a tanta gente de cualquier color político desde la cotidianidad. El día a día cuenta para el futuro y parece que no sea relevante que opinemos personas insignificantes, pero se abre el pensamiento y la opinión pública, si no se escucha siempre a los mismos. Es como si habláramos entre nosotros, me gustaría leer más a mis contertulios pero cuando lo hago me satisface.

Parece una novedad que los políticos tengan que hacer pactos  para gobernar, la mayoría hacemos pactos todos los días para vivir y otros para sobrevivir.

Gracias a oportunidades como esta de dar voz a las mayorías, se han destapado multitud de injusticias y se han establecido nuevas alianzas que abran nuevos caminos para un cambio hacia la calle, no se puede seguir repartiendo el poder entre los mismos pase lo que pase.

Hay que denunciar los abusos y bajar al nivel de las familias que sufren y pasan necesidad que cada vez son más. Hay que apoyar a esas familias pero no desde el populismo y la caridad del gobernante con los impuestos ajenos, sino desde el derecho, la educación, la implicación y la responsabilidad de las propias familias a las que se tutoriza para la formación e integración en el mundo laboral.

No debería seguir aumentando la diferencia entre ricos y pobres, porque no es buena ni para los hijos de los ricos  y una de las aportaciones más interesantes para que esto cambie puede venir del tercer sector.

En las imágenes, los alumnos de la Escuela Santigo Uno en diferentes actividades

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