OPINIóN
Actualizado 14/06/2015
@santiriesco

Cada vez es más difícil disfrutar de un rato en casa sin las niñas. Esta semana casi lo consigo. Mi mujer estaba fuera, las niñas en el cole y la primera reunión de la mañana se la había llevado la tromba inmisericorde de agua que reventó el cielo de Madrid. Me tumbé en el sofá relamiéndome ante la hora y media que podía dedicar a la lectura de la prensa y del último Panenka. Pero sonó el timbre. Y fui tan estúpido que me levanté a abrir.

 

"Hola somos de Iberdrola", me suelta un chaval que rondaba los veinte muy repeinado, trajeado y con acento búlgaro. Junto a él una chavalita que aún parecía más joven y que hubiera jurado era española por el acento aunque resultó ser una rumana que iba de lista y a la que su pobre compañero no sabía como callar.  "Queremos hacerle un descuento en su factura y, si no nos cree, puede llamar a Iberdrola y comprobar que somos sus comerciales. Este es nuestro número" me soltaba con insolencia la deslenguada metiéndome un carné con su foto en el careto.

 

En fin, pensé para mí. Se jodió la lectura. A tomar por culo "el fútbol que se lee". Y venciendo la pereza le hice un quiebro a mi cerebro y le rompí la cintura al deseo de leer para centrarme en disfrutar de una amigable conversación con el imberbe y la imbécil en la mesa del salón. "Adelante, pasad, ¿queréis un poco de agua?"

 

Les dejé hablar. Blablá. Blablablá. Blablablá bla bla. Con un español muy bueno para ser búlgaro y rumana. Total, que me descontaban un 10% de la energía consumida durante los próximos doce meses así, sin más, sólo por firmar. Y yo me partía la caja por dentro, pero me lo debieron de notar. Enseguida me preguntaron qué es lo que me hacía tanta gracia y entonces me puse a largar. Les dije que me pagaban por desconfiar. Que era periodista, y que con internet tan a mano, no costaba nada consultar. Hice una búsqueda rápida: "Iberdrola comerciales puerta a puerta" y esto fue lo primero que me salió: "Cuidado con ofertas 10% de Iberdrola". Lo leí en diagonal. Y en medio minuto les dejé muy claro que me habían venido a tangar, que les había pillado, que se bebieran el agua y que se respetasen un poco y buscasen otro trabajo.

 

Se fueron avergonzados. Cuando llegaron al portal oí como se les había pasado. Estaban llamando a otro timbre. Supongo que buscaban a un vecino menos desconfiado, sin internet y que no les diese la paliza con lo del respeto, la dignidad y la ayuda al prójimo como el camino más seguro para la realización personal. 

 

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