Hay que ganarlo todo, también el poder de las palabras, porque el lenguaje siempre ha pertenecido al pueblo, no permitamos que se sigan apropiando de él.
Cuando uno pierde tiene que reconocerlo, y he de decir que la batalla por el sentido común, o en términos gramscianos, la batalla por la hegemonía cultural, la han ganado los capitalistas. Hasta ahora. Y digo hasta ahora porque cada vez somos más los intelectuales orgánicos (por seguir con Gramsci) que utilizamos cualquier medio a nuestro alcance, como éste (y aprovecho para agradecer a este medio el dejarme escribir estas líneas semanalmente), para combatir el sistema imperante y construir el discurso contrahegemónico que se haga con el sentido común de la gente "de a pie".
Porque hay que decir alto y claro que estamos hartos de que sistematicen en la sociedad conceptos como "mercado laboral" o "recursos humanos". No somos meros números para rellenar estadísticas ni somos mercancía.
Porque son unos sinvergüenzas aquellos que nos hablan de crisis sin padecerla ni sentirla en su piel anaranjada por los rayos uva. Porque a los que hablan de prima de riesgo hay que decirles que de lo que hay que hablar es del riesgo de nuestras primas, porque van a ser desahuciadas, porque tienen que aguar la leche que dan a sus hijos o porque se tienen que ir del país exiliadas debido a que aquí no tienen futuro posible.
Porque ya está bien que nos hablen de Marca España los de la gomina y la pulserita, responsables de vender nuestra patria a pedazos. Los mismos que utilizan las tarjetas negras, fabrican en Bangladesh y guardan su sucio dinero en paraísos fiscales.
Porque ya no nos creemos a los que nos hablan de democracia, libertad y justicia, mientras nos amordazan y encarcelan por defender nuestros derechos. Y porque ya no nos creemos a los que nos hablan de socialismo y clase trabajadora mientras firman que primero hay que pagar una deuda ilegítima antes que nuestra educación y sanidad.
El miedo está cambiando de bando, y el sentido común y la alegría están volviéndose a nuestro favor. La gente ya no se cree más los cuentos de "asustaviejas" y al final las mentiras caen por su propio peso. Hay que ganarlo todo, también el poder de las palabras, porque el lenguaje siempre ha pertenecido al pueblo, no permitamos que se sigan apropiando de él.