Vivimos días de trituradoras, físicas unas, simbólicas otras. Días de destruir las vergüenzas de un modo de gobernar vergonzoso, ?nunca atento al bien común, sino enfocado al beneficio propio?, de volverlas masa, minúsculos segmentos de papel que no puedan reunirse y, por tanto, que no delaten, como documentos, esas prácticas del mal gobierno. Montones de preñadas y enormes bolsas de la basura con papeles cuidadosamente triturados se alinean junto a los contenedores de la basura, en espera de que lleguen los camiones de madrugada y las hagan desaparecer para siempre.
Trituradoras físicas, para hacer desaparecer las vergüenzas de un mal y corrupto gobierno, que estos días tristemente están de actualidad. Pero solo son un símbolo de lo viejo en nuestro país.
Porque el tiempo nuevo está haciendo asimismo de trituradora. Está triturando, se está llevando esas declaraciones necias y extemporáneas que no aceptan los resultados de la voluntad popular; esos cobros de abultadas comisiones por tomar un café, legales pero no éticas, como cínica y desvergonzadamente pronuncia quien las cobra; esos sobres y esas tarjetas y ese mundo en "b", que impunemente ha estado timando y saqueando a toda la sociedad? Todo eso, y más, imposible de nombrar ahora aquí, lo está triturando el tiempo nuevo.
La sociedad soporta siempre carros y carretas, pero llega un momento en que se pronuncia y, civilizadamente, da una suerte de veredicto. Hasta aquí hemos llegado. De aquí no pasamos.
Las trituradoras del tiempo viejo destruyen estos días las señales, las comprometedoras señales del mal gobierno, de las malas prácticas, del saqueo del patrimonio de todos. Y se dan prisa, para que no los pillen con las manos en la masa.
Las del tiempo nuevo, en una suerte de veredicto que pertenece a todos, actúan simbólicamente, y también socialmente, para que, en adelante, en este país, lo que sea legal tenga que ser al tiempo ético; lo "b" y lo opaco se destierre para siempre; los sobres en negro y los cobros de comisiones y tantas malas prácticas más, que han estado ahí, en los subsuelos oscuros de la vida, no tengan cabida? en esa aspiración al buen gobierno que reclaman los ciudadanos.
Porque ?como acaba de decir la"caixa" en un informe? uno de cada diez niños vive en la pobreza crónica en nuestro país; porque, en los últimos meses, los desahucios ?en esa España fantástica e irreal, pese a lo continuamente cacareado del "hemos superado la crisis"? han aumentado y no disminuido? Etcétera, etcétera.
Tiempo viejo y tiempo nuevo. Días sordos de trituradoras. Mal gobierno y buen gobierno. Y el desafío de los pactos, de sentarse a hablar y a consensuar, de escuchar al otro? Todo eso que a los españoles nos cuesta tanto. Porque lo que ha dominado hasta ahora ha sido el dedo, el ordeno y mando (y nunca el gobierno, tan distinto del mandar), el rodillo, el acallar cualquier disidencia?
A ver si también lo nuevo es capaz de triturar, de hacer desaparecer de entre nosotros tan malas prácticas.