OPINIóN
Actualizado 05/06/2015
Estefanía Rodero Sanz

Durante esta última campaña, Pablo Iglesias comentó en un mitin: "Seamos ásperos. Nosotros llamamos a las cosas por su nombre". Con los ojos de quien no acepta el argumento "las cosas siempre se han hecho así" asistimos a nivel estatal estos últimos días a las danzas nupciales y cortejos de pasillo, pactos en el ambiente y obsesión aritmética.

Si fuésemos antropólogos diríamos que se acercan a ti, suelen sonreírte. Dicen generalidades, estamos de acuerdo en lo básico, habrá que hablar. Desaparecen de pronto, se toman copas. Tienen don de gentes, no hay que exagerar, no seamos puristas, adaptan la ideología. Hablan en corrillos, aparcaron hace tiempo las corbatas. Llaman y son llamados, presionan y no son presionados. Así se hacen las cosas, hay que saber manejar contactos, aprende a moverte, saca información.

Políticos de pasillo que pululan cerca de las instituciones, cantos de cisne a la mediocridad que no han entendido que el cambio siempre llega a través del cuestionamiento de los ¿CÓMO?

Cómo se abre el diálogo con otras fuerzas políticas, cómo se pone a la ciudadanía en el centro del tablero, cómo se  acaba con el intercambio de sillones, la conversación sobre nombres y se pasa a los proyectos. Cómo desbordamos de una vez por todas la lógica de delegar nuestro poder y dejar que se actúe sin rendir cuentas.

Se trata de asaltar los cielos a base de programa. Investiduras basadas en dejar de trabajar con bancos que desahucien; en declararse territorios contra el TTIP (curiosamente el PSOE y el PP han votado juntos en Europa hace unos días a favor de las multinacionales y las élites financieras por encima de la soberanía de los pueblos , no lo olvidemos); en medidas prácticas de rescate ciudadano que mejoren la vida cotidiana y real de la gente; en compromisos de transparencia y revocabilidad ciudadana de cargos públicos; en acuerdos prácticos y vinculantes para hacer de la lucha contra la exclusión social y la desigualdad la prioridad de cualquier gobierno en cualquier nivel. No asaltaremos los cielos a cualquier precio. Como decía uno de mis compañeros del Círculo de Podemos Salamanca: "No tenemos ninguna prisa por ocupar sillones, tenemos urgencia por mejorar la vida de la gente".

Estamos asistiendo a un cambio fundamental en la práctica política de nuestro país a base de luz, taquígrafos, sentido común y pura certeza de que somos un muro de contención frente a décadas de acuerdos de despacho, conversaciones bajo cuerda, personalismos varios y contorsionismos de salón.  Pues bien, políticos de pasillo, se acabó. La ciudadanía ha llegado.

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