Nunca...
Nunca creí encontrarte tan lejos de la mar, tan hecha de viento.
Quizá aquella noche, cuando largaste velas de campaña y te echaste a volar, tomaste el fulgor de una estrella como ancla.
O, tal vez tuvieses el favor de los cielos y estuvieras llena de auroras, melodías y sueños.
Lo ignoro, pero tú sabes que esa noche cargabas la mirada con una multitud de promesas, un abismo? turbio, y un batir de alas.
Si pudiera me acurrucaría contigo entre aquellas armas, para que nos enamorásemos juntos y, con una sola mano, pintásemos tu nombre en todas las tapias, y compartiésemos caricias, y besos, y un ciento de nuevas miradas, y, estoy seguro, nunca más se nos enfermaría de soledad el alma.
Bendito imposible, inocente y fugaz como un suspiro, que marea palabras, azuza desasosiegos, inventa fantasmas y, sin pretenderlo, te hunde o te ensalza.