Durante los últimos años habéis sido nuestros alumnos, en estas aulas y pasillos habéis ido dejando atrás la infancia y hoy accedéis a la mayoría de edad, alegres y dispuestos para una ciudadanía responsable. Permitidme que como despedida os recuerde tres ideas que bien podrían resumir el ideario del Instituto y de su Claustro de Profesores, y permitidme que lo haga, más allá de áridas lecciones repetitivas e insulsas, con las palabras de quienes nos han precedido en el amor al estudio y la fe en la razón, abriendo horizontes de esperanza en la historia :
Dos cosas llenan mi ánimo de admiración, el cielo estrellado sobre mí y la conciencia moral en mí, dijo el filósofo Kant, resumiendo el espíritu de libertad y progreso de la Ilustración. Pues bien, ojalá en el tiempo que habéis pasado en el Instituto hayamos logrado despertar en vosotros algo de esa capacidad de admiración que nos invita a querer conocer cada día más cosas, a explorar con profundidad, rigor y respeto el mundo que nos rodea.
El cielo estrellado - símbolo del interés por el estudio y la investigación, del espíritu maravillado que anima tantas grandes empresas científicas, técnicas y humanitarias-, ilumina a su vez la conciencia humana con el sentimiento moral del deber y la justicia. Pero el deber y el derecho van de la mano:
Aprendí de mi madre que todos los derechos dignos de merecerse son aquellos ganados por el cumplimiento del deber como ciudadanos del mundo. Esta frase del líder de la independencia de la India y apóstol de la no-violencia, Gandhi, en cuyo nombre se celebra cada año en las escuelas del mundo con fecha 30 de enero el Día Escolar de la Paz, nos da que pensar . En una sociedad individualista y consumista como la nuestra, fácilmente pedimos, reclamamos o reivindicamos derechos que, en realidad, codiciamos como privilegios en formas de poder o de tener, a costa de los demás. Con demasiada frecuencia miramos por nosotros y los nuestros, y - salvo en ocasiones extremas de grandes catástrofes humanitarias- , no caemos en la cuenta de que lo que poseemos no lo hemos ganado con nuestro esfuerzo, ni nos hemos hecho merecedores de ello, muchas veces ni siquiera sabemos aprovecharlo ni hacerlo fructificar.
Desearía que la palabra de Gandhi os sirviera de alerta y os hiciera sentir, de aquí en adelante, como ciudadanos responsables y comprometidos, orgullosos de serlo, en vez de niños malcriados y egoístas, que tiranizan a todos los que los consienten y los miman. Porque, pensad esto, sobre todo:
No os dejéis engañar con que la vida es poco, bebedla a grandes tragos, no os bastará cuando hayáis de perderla. Esta vez un poema de amor a la vida de Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán, huido del régimen nazi y muerto en 1956, nos hace reflexionar sobre tantos mensajes contradictorios en la sociedad, que pretenden manipular abiertamente nuestros deseos y expectativas respecto a la vida, rebajando enormemente su valor.
Pues, en efecto, parece que vale más la velocidad que quien conduce, un cuerpo diez, que el corazón que lo habita, la excitación de la droga, que la serenidad de quien ama y goza, el consumo de marcas, que la excelencia moral de quien se viste. Ojalá que seáis capaces de valorar a las personas y a vosotros mismos, por la dignidad intrínseca, antes de entregaros al vacío vertiginoso de todos estos reclamos.
Porque la vida, vuestra vida, es mucho más preciosa de lo que os quieren hacer creer los que venden cualquier cosa a cambio de la misma, es decir, a cambio de una vida buena en convivencia y armonía con las personas que os quieren y os enseña; a las que vosotros también queréis y respetáis. Esto es lo que os deseo. Lo que os deseamos hoy: una vida plena y feliz, en la que tengáis siempre la oportunidad de seguir aprendiendo y creciendo, de modo que os hagáis merecedores, vosotros mismos, del respeto y la libertad por los que clamáis, os esforzáis y trabajáis cada día, con la esperanza puesta en una sociedad más justa y solidaria. Porque la utopía de la fidelidad y la perseverancia todavía es posible.
Y para concluir, que no terminar, pues estáis y estamos a las puertas de otro comienzo, también quiero dirigirme a vuestros padres, a vosotros - padres y madres que, de una manera u otra, habéis querido confiarnos a vuestros hijos, pasarnos el testigo de su responsabilidad y cuidado fuera del abrigo de la primera infancia. Esta juventud incipiente que ahora se abre, con ilusión y entusiasmo, a una vida más personal y propia, no sería capaz de aventurarse al mundo si no fuera por vosotros, por quien han podido, antes de venir aquí, crecer a la sombra de una fuerza protectora, más allá de cualquier extravío o desatino, bajo el amparo de cuya fuerza y clemencia no se duda. Como señala esta vez nuestra filósofa María Zambrano, esa es la educación fundamental sobre la cual cualquier ilustración posterior tendrá que apoyarse.
Con cariño y agradecimiento, por lo mucho que de vosotros y con vosotros, también nosotros, los profesores, hemos aprendido. Con cariño y agradecimiento porque tantas veces habéis sabido disculpar errores y torpezas.
Felicitaciones y muchas gracias.
Carta abierta, Mayo 2015
A los alumnos de 2º de Bachillerato, que se gradúan en el "Mateo Hernández"