OPINIóN
Actualizado 31/05/2015
Raúl Vacas

Miraba siempre con el gesto herido, como el enfermo que intuye su dolor. Dijeron que fue él quien recortó la luna del domingo y se la dio a los dueños de la banca.

Era uno de esos tipos raros que coleccionan cosas de mujeres viejas y juegan por la noche a rescatar las horas que confunden su vuelo.

Uno de esos hombres que sueñan con el ruido de los cuerpos y corren por la noche sin zapatos. Poco más podía adivinarse de su infantil locura.

En ocasiones, cuando frotaba las palabras contra el humo y olvidaba las páginas del frío, escondía los mejores secretos, uno a uno, en su reloj de cuarzo.

Nunca lloró, no supo. Ni tan siquiera el jueves de aquel año en que aprendió a besar en un camión y a caminar sin prisa por la playa, como los niños cojos y los pensionistas. O aquel lunes de octubre en que perdió la fe en un cementerio, de repente.

Tal vez fuera su sombra la que un día me preguntó la hora y la distancia para llegar, no muy heridos, al límite de nuestros besos y dar con otro árbol del pecado, sin serpientes, y morder la manzana a cada rato.

Creo que en su chaqueta de algodón había siempre unas manoplas sucias, una madeja y media de recuerdos, una pregunta tonta sin hacer, y un amor a medida y un viejo parque de atracciones envuelto para fiesta.

Miraba siempre con las mismas huellas. Soñaba como nadie bajo un árbol. Nunca fumó en la sobremesa, ni frecuentó el cajón de las palabras.

Su intención era otra, mucho más despierta: bastaba recoger las migas de cualquier conversación para tejer con ellas su sonrisa más diáfana, sus piruetas rojas, toda la envidia de los otros.

Una mañana azul como el sudor del mar, se asomó al interior de una palabra extraña y allí permaneció más de dos horas, casi al recado de la cena.

Era un ladrón de atardeceres muertos y nunca consentía la tristeza.

(A Rafael Pérez Estrada)

 

Sobre la imagen, su autor, el fotógrafo salmantino, Juan Bosco Hernández Portal, escribió lo siguiente:  "Un descubrimiento. Desde la ermita de Nuestra Señora de la Peña, en Calvarasa de Arriba, desde donde se divisan los dos Montes Arapiles,  me encontré con esta puesta de sol. Espero que la disfrutéis como yo lo hice en aquel momento".

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