OPINIóN
Actualizado 28/05/2015
Abel Sánchez

Cuando empezaron a llegar los datos que dejaban claro que en Salamanca se ha terminado la mayoría absoluta del Partido Popular y el magnífico resultado conseguido por Ganemos Salamanca, Virginia Carrera, representante del  trabajo ilusionado de muchas personas que han participado en esta agrupación de electores, liberó su tensión y derramó unas lágrimas de pura alegría.

Estas lágrimas pueden ser la imagen de lo que ha sucedido en esta jornada tan especial, porque el cambio que se intuía pero que aún no se había concretado, ha comenzado a ser una realidad incontestable. El panorama político español y con él el de Salamanca (que está vez no se ha quedado rezagada) ha sufrido un vuelco histórico.

Las mayorías absolutas que han sido tan devastadoras se han terminado, y con ellas una forma de gobernar en la que se confundía la voluntad popular con la voluntad personal de quienes ocupaban puestos de responsabilidad, confundiendo la función pública con el poder omnímodo y con el capricho.

La composición del Ayuntamiento de Salamanca dibuja un nuevo tiempo en la ciudad, como sucede en prácticamente todas las ciudades en las que gobernaba hasta ahora el Partido Popular con mayoría absoluta; todos tendrán que aprender a dialogar y a escuchar a las personas.

Es cierto que el PP podrá seguir diciendo que han sido la fuerza más votada y que han ganado las elecciones, pero eso no sería más que engañarse. El valor de los votos en las ciudades es fundamental, y siempre es el que marca la evolución política; en estas elecciones eran fundamentales por su especial significado los resultados que pudieran darse en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, y en todos los casos el desplome del Partido Popular ha sido impresionante, pero también lo ha sido la caída del PSOE y el surgimiento de candidaturas de unidad popular que han superado la resignación.

En el caso de Salamanca la caída del PP es especialmente importante porque no era tan previsible, y aunque conserve buena parte del poder municipal en el conjunto de la provincia, lo cierto es que la capital tiene especial valor. Tiempo habrá para poder valorar la verdadera trascendencia de estas elecciones, pero cabe ya extraer algunas conclusiones: el bipartidismo se resquebraja; se inician dinámicas en las que la ciudadanía exige mucha más participación y más limpieza, y sobre todo una convergencia de fuerzas de cambio a las que deben sumarse en pie de igualdad todas las fuerzas transformadoras (es significativo el castigo a quienes no han sido capaces de hacerlo, como ha ocurrido con Izquierda Unida en Madrid o con Vecinos en Salamanca); el crecimiento de Ciudadanos no ha sido tan importante como se preveía, lo que debe ser objeto de análisis por sus dirigentes, no se puede querer crecer a costa de lo que sea y sin un programa real de cambio, aceptando a todo tipo de personajes.

Cuando escrito estas líneas parece consolidarse la pérdida de la mayoría absoluta del PP también en las Cortes de Castilla y León, el que parecía castillo inexpugnable también puede caer, lo que supone que no habrá mayoría absoluta en ninguna comunidad autónoma.

Mañana tocará volver a la dura realidad, y a la necesidad de ir tejiendo alianzas y acuerdos que en muchas ocasiones pueden ser conflictivos. Pero esta noche es una noche para soñar, un nuevo tiempo comienza. Todos estamos invitados a ser protagonistas.  

 

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