OPINIóN
Actualizado 28/05/2015
Enrique de Santiago

Desde mi punto de vista, es evidente que los españoles han votado imágenes, sensaciones, ilusiones de cambio, sin saber muy bien hacia dónde se dirige ese cambio, sin la conciencia clara de qué es lo que votan.   

Se vota naranja porque se ha vendido que, desde el centro, son el voto de castigo al PP, al que todos quieren castiga no por haber engañado, que lo ha hecho, no por haber mentido, que lo ha hecho, no por haber recortado, que lo ha hecho, sino por haber tratado a los ciudadanos como menores de edad a los que no hay que explicarles nada, no hay que pedir perdón por nada y a los que no hay más que exigirles sumisión.

Otros han votado morado porque se ha vendido que vienen a regenerar la política, pero se les oculta que ellos son tan corruptos como los otros, se les oculta que ellos quieren mayor intervención del Estado, que ellos quieren un mayor control del ciudadano, que ellos lo único que quieren es dar la vuelta a una tortilla ya quemada por los dos lados, que ellos quieren una democracia venezolana en la que se vota cada cuatro años, pero el poder se detenta de forma absoluta y cruel contra el pueblo que no tiene para comer.

Que los ciudadanos queremos una regeneración ética de la política es algo innegable, pero para eso, en lugar de vender humo, se exige coherencia personal, de la que carecen los líderes, y que los votantes no nos dejemos llevar por las modas, por la imagen.   Es, al final, el poder económico y mediático el que nos manipula, el que nos dirige hacia un color u otro, no sin responsabilidad por nuestra parte que no nos preocupamos de comprobar lo que hay detrás de un color u otro, no nos encargamos de corroborar que es verdad lo que nos venden y así nos va.

Cuando un partido gana o pierde no es culpa de nadie más que de él mismo, pero esa responsabilidad es debida a que no es capaz de emitir correctamente su mensaje salvando todos los escoyos indicados; pues, al final, aunque el votante sea vago, esa pereza es fruto de la falta de conexión entre el emisor y el receptor.

Tomemos todos nota y veremos cómo en unos días comenzaremos a descubrir el auténtico color que hay tras el naranja y el morado, volviendo a la desafección que genera comprobar que te han engañado..

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