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OPINIóN
Actualizado 26/05/2015
Andrés Barés Calama

Andrés Barés Cálama acerca a los lectores de SALAMANCArtv AL DÍA los giros y el habla de los lugareños en las faenas agrícolas habituales

Con mi abuelo empezaron mis conocimientos en la naturaleza. Él fue quien me enseñó a conocerla y amarla. Desde antes de despuntar la aurora, ya estábamos al amor de la lumbre y me pasaba como al perro al ver a mi abuelo preparar las postas para la escopeta; sabía que saldría de caza y su alegría la expresaba quedándose clisao. No movía ni las orejas.

Y a mí me ilusionaba ir al huerto. Ese día desayunaba más rápido que de costumbre, miraba a mi abuelo como llenaba la andorga, con sus patatas y su torrezno de tocino o una tajada de bandujo, en un coscurro de pan recién encetao.

Preparábamos la jaca con su aparejo, la soga y la reata, pero después de espisparrar el belbajo a los garrapatos en el gamellón, y meter a los chivinos en la cortejina, "¿qué vamos a hacer hoy?", le preguntaba. Hoy tenemos que escardar el cebollino, y salimos después de pechar la puerta y la batipuerta.

Cabalgamos hasta Lera, bajo la Peña de Francia. Yo abro la engarilla y nos ponemos a quitar los senijos y mullirle la tierra al cebollino.

Mi abuelo preparaba un cuartijón  para sembrar unas mielgas de frejones y yo me entretenía cogiendo las bollagaras de los robles para jugar al guá. Y cuando el sol estaba sobre lo alto me decía, "coge las alforjas, vamos a comer que ya es la una". "Abuelo, ¿Cómo sabes la hora que es si no tienes reloj?", y me decía, "mira a los riscos de la Peña de Francia, y cuando entre ellos la sombra tenga forma de calabaza, es la una", él me enseñó todas las horas por las sombras.

Todo el día me pasaba preguntando, hasta que mi abuelo me decía, "vaya un chalrratán que estás hecho".

Quemaba la fusca y a mí me gustaba ciscar, acabando encascao, como un cirineo, todo desgalichao, "demontre de crio, es que no acalugo con él, cuando llegues a casa te meto en el barreñón y te dejo como una patena".

En la época de las patatas, echábamos unas cuantas al borrajo, antes de que se afogonara el rescoldo. No las dejábamos engruar. Después me ponía espanzurrao por la galbana que tenía, debajo del peral calabazona, que mi abuelo acababa de desmochar para injertarla.

Y salíamos entre dos luces. "Vamos, no te quedes mirando las musarañas, espabila, que la tronera que viene por la holconera ya relampaguea," "pecha la engarrilla con el trancón" y al llegar al Palaero, con una buena tunda, me esperaban los amigos para jugar a la chirumaba, y con los piones, a sacar los platinos, planchas, rebotonres y patacones a la rebatina.

                                                                                                      Andrés Barés Calama

*El relato está escrito en la jerga utilizada en el pueblo, donde los serranos no tendrán dificultad en entender las palabras.

Ejemplo: Engarilla, puerta del huerto, o Belbajo, comida para los marranos.

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