OPINIóN
Actualizado 25/05/2015
Ferenando Segovia

Ya solo quedan seis días para la cita electoral, tiempo de culminar la reflexión con una decisión: votar a esta opción o a las otras, no votar o votar en blanco. Hay que intentar tener visión global, aun en este caso en que son Elecciones Locales y Autonómicas, a partir de los pocos datos comprobables que, como ciudadanos de a pie, tenemos a mano.

Y así, por ejemplo, la iglesia de San Martín, sí la de la Plaza Mayor, la más céntrica y más antigua de Salamanca, hace ya más de dos legislaturas que necesita una intervención importante, obras y restauraciones que devuelvan dignidad al monumento. Dos veces nuestros políticos han presupuestado las obras, dos veces se han publicitado en la prensa y dos veces no se han realizado. ¿Se llevarán a cabo en la próxima legislatura?

Y hablando de iglesia, para mí la Iglesia es importante (ojo al juego de mayúsculas y minúsculas, que para eso están puestas). O para ser exactos: la Sociedad civil es importante y la Iglesia forma parte de la Sociedad civil. La Iglesia, con mayor o menor fortuna, predica y da ejemplo de una serie de valores prepolíticos, nacidos del Evangelio y de la experiencia de fe en Dios, que van mucho más allá de una legislatura. Hace ya tiempo, casi cuarenta años, que parece claro que en España no hay, ni debe haber, un partido católico. La fe no nos indica a los católicos a quién votar en concreto.

Estos son algunos de los deseos prepolíticos que condicionarán mi voto (o no voto):

- que la Iglesia, y el resto de la Sociedad civil, que son previas al Estado y anteriores a él en el tiempo y en el concepto, gocen de libertad y sean apoyadas por la autoridad política emergida de las urnas.

- apoyo a la familia, a la maternidad y a la natalidad. Izquierda y derecha, por los mismos o por distintos motivos, han estado de acuerdo en no apoyarla, pero parece que resiste.

- El Movimiento Scout tiene gran significado en mi vida. Después de ser rechazado y perseguido por la dictadura, comenzó a ser reconocido en democracia porque contribuye a la formación de buenos ciudadanos, honrados y amantes del trabajo bien hecho. Después de la crisis económica, hora es que recupere apoyos institucionales.

- como no creo en la "ideología del descarte", apoyaré con mi voto a los que mejor apoyen a los pobres y descartados de la sociedad. Difícil asunto: una cosa es predicar y otra dar trigo.

- he desgastado gran parte de mi vida dando clase de Religión católica en la Escuela Pública. No me molan los partidos políticos y sindicatos que quieren sacarla de allí. Tampoco los que minimizan su presencia y adelgazan su horario hasta reducirla a algo "simbólico" (sin bola; vamos, que no le dan bola). Y como la asignatura de Religión no está sola, no sostendré con mi voto a ningún partido que no proponga, de facto, la necesidad imperiosa de un gran Acuerdo Nacional en Educación.

- como discípulo de Don Miguel de Unamuno tronaría contra la corrupción y a favor del rearme moral y espiritual de la Sociedad; al no ser yo bilbaíno no trono, pero espero regeneración democrática. Los jueces están trabajando bien, pero lo harían mejor con más independencia del poder político.

Tengo otros deseos y temas de más amplio espectro, pero creo que no tocan ahora: España, Ley electoral, apuesta por la Investigación Científica, Cooperación exterior, Defensa, que Salamanca no sea solo "una fábrica de cerebros para la exportación", Universidad y Sociedad salmantina, Sanidad (en este punto, me está yendo muy bien, pero sé que hay muchos pacientes cuya situación es manifiestamente mejorable). ¿Y la Economía? ("¡La Economía, estúpido!", gritó el asesor Carville); de eso sé poco, pero no estaría mal restaurar y actualizar los pactos de la Transición.

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