OPINIóN
Actualizado 21/05/2015
Enrique de Santiago

Cada vez que la pelota golpeaba el suelo, con su sonido característico, el pobre animal, que dormitaba en el porche, temblaba del susto, eso sí, sin abrir un ojo, ni despertar de su sueño. Se notaba que sufría con el impacto, que turbaba su sueño, pero finalmente continuaba en su letargo disfrutando del relax, dentro de sus posibilidades.

 

El estaba viendo la situación sentado en su sofá, con los pies sobre un pequeño mueblecito preparado para ello, perfectamente relajado,disfrutando de una lectura tranquila que le permitía interrumpirla sin dificultad y retomar la misma inmediatamente y, por más que los golpes del esférico molestasen al animal, a él le aportaba un sonido que le placía, por lo que en lugar de amonestar al zagal que jugaba con la pelota, o al menos requerir que se alejase y evitase la molestia al can, mantuvo silencio,facilitó el solazar del joven.

 

Un pequeño grupo de amigos contemplaba la situación y sufrían con el animalito, por lo que, después de un tiempo, observando que él no hacíanada, se acercaron y comenzaron a llamar la atención de quien placenteramente continuaba en su sillón imperturbable.

 

Cada vez que vemos sufrir a alguien, cada vez que observamos cómo nos engañan, nos roban, nos mienten y demuestran su inconsistencia e ineptitud enla gestión de lo que es de todos, nos hacemos cómplices de la situación. Siempre nos han tratado como si fuésemos "perros sin alma" y, si no hacemos nada, así viviremos; pero, si buscamos quien defienda nuestros intereses, nuestros valores, nuestros principios, si buscamos a alguien que nos defienda, debemos de hacer lo posible por cambiar la situación y la única forma es dar un paso adelante en conciencia.

 

Que no te engañen con que lo útil es no molestarse, con que otros te molestarán a ti, con que ellos saben lo que hacen, mientras te desprecian como a un perro.

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