OPINIóN
Actualizado 19/05/2015
José Javier Muñoz

           Si al principio fue el verbo, la política ha logrado que la palabra sea en ocasiones el principio y el fin. Hay quien funciona con el combustible de la demagogia hasta el extremo de no hacer otra cosa que prometer lo imposible y amenazar al rival.            

        Definitivamente, por el verbo se conoce a los que hablan. Y también por el tiempo verbal. ¿Podemos es presente de indicativo, de subjuntivo o de imperativo? Depende de si se trata de poder o de podar. O de las dos cosas: de llegar al poder para empezar a podar.

      ¿Y qué quieren podar? No parece que vayan a cortar las ramas podridas de la corrupción, cuando las tienen bien crecidas en su jardín. Más bien se proponen recortar la libertad y el bienestar. Antes lo anunciaban de forma exaltada y ahora, en vista de que les está abandonando el desorodorante, con un discurso descafeinado, pero sus intenciones siguen siendo las mismas. Quien lo dude es que desconoce el resultado de la aplicación de su ideología y sus programas en los países a los que asesoran y consideran modelos.

        En sus discursos es especialmente significativa la tendencia a despreciar a los rivales hasta reducirlos prácticamente a excremento. Pocos meses después del famoso Mayo del 68 y no muy lejos de la época del nacimiento de ETA en España, dos sicoanalistas publicaron en París bajo el seudónimo de André Stéphane un libro titulado "El universo contestatario", donde aportaban un punto de vista hasta entonces inédito para explicar de la existencia de ciertos grupos antisistema: el narcisismo. Esta teoría encaja con las actitudes de los líderes podemitas, individuos de edad madura que pretenden aparentar un comportamiento juvenil (*). En palabras de Stéphane: "si el inmaduro rehúye el complejo de Edipo, también es incapaz de entregarse a una relación de fuerzas sádico-anales constructivas, y si fecaliza al otro es porque, sicológicamente, éste deja de existir, es decir, que el sujeto está ya solo (con sus semejantes) en su universo narcisista". Contemplarse a sí mismos como adalides de la revolución, impide a los neocomunistas constatar una evidencia sustancial: sus recetas son viejas y han fracasado allí donde se aplicaron. Sin excepción.

(*) https://www.youtube.com/watch?v=dAunrj9ZuP0

 

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