Antonio Machado, el poeta profundo, decente y sencillo, está más vigente que nunca. Él escribía: "En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre". Se cumplía hace unos días el 76 aniversario del fallecimiento del inmortal poeta español en un triste exilio. Llegó al final de sus días "ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar", como así reza en su nicho de Colliure, cedido por la familia Quintana, sobrecogida por el destino de aquella familia.
76 años después, los que más gritan "España", resulta que son los que tenían "su España" en Suiza. ¡Patriotas de Hojalata! Nos han dejado con un país fracturado a causa de la desigualdad provocada, no por una crisis, que también, pero esencialmente y, lo más grave, por la gran estafa a la que asistimos por capítulos, impávidos, día a día. Cada vez será más difícil que las personas más vulnerables y empobrecidas por esta situación puedan salir de la exclusión a que han sido sometidas. Estamos asistiendo a un escándalo ético y político de magnitudes nunca imaginadas ni en nuestros peores sueños, esos sueños rotos de millones de desempleados, de personas dependientes, de enfermos crónicos y de una larga lista de afectados por unos injustos recortes sociales que nos están dejando dolor, angustia y sufrimiento en un pueblo, que es lo mejor que tiene España.