Qué buenos son todos, qué aluvión de promesas, tienen remedio para todo. Pero qué difícil es creer que tanto sean capaces de hacerlo posible, unos y otros.
Después de tantas campañas vividas, a estas alturas vamos estando curados de espantos. Estas sementeras de urgencias no suelen dan buenas cosechas de trigo.
Con tantas opciones que se nos presentan, para muchos será un dilema elegir, si no se cuenta con una base ideológica más o menos firme. Habrá sorpresas y las habrá para quienes siguen hablando de cambio. Ya sabemos a dónde nos condujeron otros cambios del pasado.
La política debería ser tan simple como esto: los ciudadanos tienen problemas, tienen necesidades y hay que darles solución, al margen de ideologías.
Los que propugnan el Estado protector en su más amplio sentido, sólo pretenden tener esclavos . Porque no hay mayor esclavitud que tener que depender de lo que un gobierno, del color que sea, decida. El Estado debe procurarnos una buena educación, una buena sanidad y buenas infraestructuras. Todo lo que se salga de esto, es crear dependencias y expectativas difíciles de cumplir. Ningún gobierno debe ejercer de enemigo de las empresas, que deben ser quienes procuren trabajo y sueldos dignos, para que el trabajador, la familia o el jubilado se desenvuelvan en el día a día sin necesidad de tener tanta subvención, ni tanta limosna. La independencia económica es fundamental para ser libres.
De tanta promesa veremos qué es lo que se cumple. Porque al final, gane quien gane, llega la realidad del día a día y se van quedando por el camino.
Que se comprometan a ser justos y decentes y todo será más fácil.
Decía Mario Benedetti que " las promesas son ataduras y cuando uno se siente atado, tiende a liberarse". Pues eso, no se aten tanto y limítense a ser honrados y trabajadores.