OPINIóN
Actualizado 17/05/2015
Maguilio TAVIRA

A una semana de las elecciones, parece que en Andalucía no se consigue investir Presidente/a. De dominio público son las circunstancias del caso, lo que releva al columnista de reiterarlas.

Hace algunos meses, un poco antes de las elecciones andaluzas, aventuraba yo en este periódico que la situación que se está dando se daría, y acerté. Pero decía a renglón seguido que el Parlamento se constituiría sustituyendo por pactos inéditos la previsible ausencia de mayorías claras. Me equivoqué.

Mas como el hombre es animal tropezón y contumaz, me atreveré todavía a consignar aquí, ahora, lo que muestra mi bola de cristal para después del 24M.

El bipartidismo no ha muerto. Al menos en España no, porque este pueblo, esta sociedad civil, es dual por su propia esencia metafísica: Barça-Madrid, El Viti-El Cordobés, Felipe V-Archiduque Carlos ? somos dos Españas, en fin, lo que ?si no fuera por la vocación cainita que padecemos- no sería malo sino, al contrario, saludable y clamoroso síntoma de pujante vitalidad puesto que -como ya decía Don Miguel- somos contradicción.

Pero volvamos al pronóstico ?que se me van las ideas a donde quieren mucho más que a donde deben, porque soy contradicción, gracias a Dios-. El bipartidismo no ha muerto, pero está muy malherido. Tras las elecciones del domingo próximo no vamos a ver ayuntamientos ni autonomías monocolores.

Para empezar, en Andalucía, liberados ya de la responsabilidad de un gesto que pudiera trastocar tendencias, florecerán los pactos como hongos, de la noche a la mañana y entre quien haga falta, para alcanzar cada cual su particular cuota de poder. Lo natural sería que, tras alguna concesión de la presidenciable, Podemos apoyara su investidura; pero no puede excluirse ninguna otra combinación. Ninguna. Y digo yo que habrá pactos, porque los políticos implicados han comenzado a hablar de que no descartan nueva convocatoria electoral, lo que en politiqués significa que han logrado ya un principio de acuerdo. Eso sí: en secreto y clandestinidad completa, sustituyendo por copas y noche los taquígrafos y las luces.

En Madrid, las desprestigiadas encuestas -que siempre se equivocan, pero no siempre se han equivocado- apuntan a que la llave de los gobiernos ?ambos; municipal y autonómico- va a tenerla Ciudadanos, al tiempo que vaticinan que la triunfal irrupción de la sucursal de Podemos no va a bastar para contrarrestar en la izquierda el despeñamiento del PSOE. Lo previsible, por tanto, será que veamos un gobierno de coalición PP-Ciudadanos.

Ahora bien, no es esperable que Ciudadanos conceda gratuitamente su apoyo. Todo lo contrario: Albert Rivera ?catalán al cabo- interesará estipendio nada despreciable a cambio de concejales o diputados. Veremos por tanto que pedirá la Asamblea a cambio de conceder la Alcaldía o, al contrario, reclamará el Ayuntamiento para ceder la Comunidad. Y en este aquél, la pregunta más jugosa del proceso todo es: ¿A quién sacrificará Rajoy?. ¿A Cifuentes o a Esperancita?.

Terrible dilema.

Lo que más duele ?y repugna- es que permita la ley ?y los políticos no impidan- que se pueda trastocar la voluntad de los ciudadanos, colocando en el poder ?vía alianzas y componendas- lo que la gente no ha votado

¿Y en Salamanca? ?. Ah!, nuestra Salamanca. ¿Qué nos harán aquí de ella estos políticos nuestros?.

Miedo me da pensarlo. Tenemos una semana: reflexionemos.

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