OPINIóN
Actualizado 16/05/2015
José Ignacio Falces Yoldi - Agronews CyL

En el ecuador de la campaña municipal ya hemos acumulado una notable cantidad de promesas electorales, a las que reconozco que no soy ajeno. El problema no es prometer, si no si lo que se promete es posible, si se va a respetar el compromiso adquirido con la ciudadanía, o si lo que se promete ya se prometió. Viene este comentario por la promesa del todavía alcalde de colocar sensores en las tuberías para reducir reventones.

Uno no es que tenga mucha memoria pero algo se retiene y, vaya, esto me suena a ya prometido en el pasado. Por supuesto la nueva promesa trae implícito reconocer su no cumplimiento. Todavía recuerdo las advertencias de mi añorado amigo José María Francia cuando fue concejal del Ayuntamiento, y asumió como reto personal sacar adelante un Plan Municipal de Salud, antes de llegar el PP. Ese documento detectaba la necesidad de afrontar de forma ordenada la renovación de gran parte de las tuberías en la ciudad, no ya solo por el envejecimiento de muchas de ellas, también por una calidad no siempre adecuada en demasiados casos. Para ello se diseñó un primer programa con un calendario de inversiones.

Han pasado más de 20 años de aquellas advertencias, y se han ido renovando a golpe de reventón. Lo que me llama la atención es la casualidad de coincidir siempre alguno de estos con la cercanía a elecciones, quizás las tubería mantienen una estrategia para llamar la atención o la mera acumulación de los mismos propicia una coincidencia estadística. Problema que, por cierto, resolvería la privatización del entonces rentable servicio municipal de aguas (aunque no era precisamente un ejemplo de gestión). Bueno, en realidad íbamos a tener agua de manantial a precio regalado.

Recuerdo que la privatización de servicios públicos municipales resolvería todos los problemas del mundo. La empresa se haría cargo de todo, mejoraría la calidad, (parece que ahora se vende más agua embotellada que antes), mantenimiento más adecuado, y por supuesto control de los precios. La realidad es que la subida del precio de este servicio básico y esencial ha sido brutal, sobre la calidad hay opiniones diversas (reconozco que no la considero mala), y que el Ayuntamiento sigue pagando todas las obras relacionadas con el cambio de tuberías. Dicho de otra manera, el canon anual que paga la empresa se acaba dedicando? a tuberías. Por supuesto la empresa privada se embolsa unos buenos beneficios garantizados por el Ayuntamiento, y no se plantea cosas como lo del ahorro y reducción del consumo (que lógicamente reduciría su beneficio) más allá de eventuales anuncios coincidentes, casualidades de la vida, con períodos electorales.

Está bien que se prometa para conseguir una Salamanca mejor, para que la calidad de vida de quienes vivimos aquí sea mayor cada día que pasa. Pero no estaría mal cumplir más y trabajar de verdad por los intereses de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad, no por engatusar a la gente y tirar otros cuatro años con lo mínimo y sin contar con casi nadie, en beneficio de unos pocos. Aunque en estos casos se engaña quien quiere dejarse engañar. Si algo ha demostrado el tiempo, y la corrupción galopante, es que la empresa privada no gestiona mejor, y sus precios más baratos acaban siendo mentiras camufladas.

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