OPINIóN
Actualizado 16/05/2015
Eusebio Gómez

El domingo día 17 de este mes de mayo celebramos la Ascensión.

 Mateo no sabe nada de una ascensión. Juan no habla de ascensión. El final canónico de Marcos, que fue añadido a mediados del s. II, nos dice que Jesús sentó a la derecha de Dios. Sólo Lucas nos habla de ascensión: "se separó de ellos y fue elevado al cielo".  San Pablo habla a los cristianos y les dice que si han resucitado con Cristo que busquen las cosas de arriba. También en Hechos nos cuenta, incluso con más detalles, la subida de Jesús al cielo.

Relatos de raptos eran frecuentes en la literatura clásica. Tito Livio, en su obra histórica sobre Rómulo dice: "Cierto día Rómulo organizó una asamblea popular junto a los muros de la ciudad para arengar al ejército. De repente irrumpe una fuerte tempestad. El rey se ve envuelto en una densa nube. Cuando la nube se disipa, Rómulo ya no se encontraba sobre la tierra; había sido arrebatado al cielo". Tenemos otros ejemplos: Heracles, Empédocles, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Todos, más o menos, siguen el mismo esquema.

El AT cuenta el rapto de Elías. También se habla de la asunción de Henoc en  "Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Gn 5, 24).

La palabra "cielo" es una de las más utilizadas en religión. Todavía hoy, la repetimos dos veces en el Padrenuestro, dos en el Gloria y tres en el credo. Su amplia gama de significados se arrastra desde la cultura griega y de todo el Oriente Medio.  En el bautismo de Jesús, el cielo se rasgó y lo divino bajó hasta él. Cuando termina su ciclo humano, el cielo vuelve a romperse, ahora para que Jesús vuelva a traspasar el límite de lo terreno, para entrar en el cielo.

Las palabras que los "dos hombres vestidos de blanco" dirigen a los apóstoles en Hch 1,11 sintetizan la teología y la espiritualidad de esta solemnidad: "Por qué se han quedado mirando al cielo?". Es una invitación a no perder el tiempo pasivamente cuando hay que ser testigos de Jesús y a no esperar del cielo soluciones milagrosas o revelaciones especiales. Jesús se va, pero queda la misión para la Iglesia. La ascensión es compromiso. Sabemos que mirar al cielo, quedarse plantado esperando no se qué, embobados y quietos.... no es la postura ni la actitud que Dios quiere de nosotros. Es esta una tentación que tiene su complementaria en la de buscar solo las cosas de aquí abajo. Ni una ni otra por separado son buenas actitudes. Dios nos pide aspirar a las cosas de arriba pero teniendo bien firmes los pies en el suelo. Y es que sólo así podemos cumplir el ultimo deseo del Señor: "ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación", enseñando, curando, liberando, amando, ayudando, consolando, protegiendo.

Y esta gran tarea que es el testamento de Jesús Resucitado, pide tener bien asentados los pies en este mundo que Dios quiere para sí y el corazón en los bienes del cielo, que ya nos han sido regalados con la resurrección de Jesús.

"Un pedacito de cielo lo arregla todo", decía san Juan Bosco. Es cierto, necesitamos mirar al cielo, pero sin olvidarnos que nuestros pies tienen que pisar fuertemente la tierra. El ser humano, cuando camina, tiene que mirar arriba, al  cielo, y abajo, a la  tierra.

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