OPINIóN
Actualizado 15/05/2015

A veces la podredumbre moral, sobre todo política, que nos rodea nos lleva a sumirnos en el escepticismo más absoluto: no hay nada que hacer, el hombre no tiene remedio, de qué vale mi esfuerzo personal, aquí solo cabe sobrevivir. Pero estos pensamientos nihilistas son los que persiguen quienes pretenden no cambiar nada, pues si creemos que todos somos unos corruptos en mayor o menor medida, si aceptamos que venderíamos a nuestro mejor amigo si conviniese a nuestros intereses, si todo depende de lo que nos ofrezcan, estamos perdidos. Y esta es la gran tentación.

No cedamos a ella porque es falsa. La mayor parte de la gente con la que convivimos es decente, cumple su palabra, paga sus impuestos, no quiere depredar a los demás, pretende solo vivir pacíficamente y es solidaria. A veces hasta dar la vida. Me cabrea, así, que noticias que no deberíamos olvidar nunca, sean solo flor de un día y a las 48 horas de haberse producido ya no existan en la opinión pública.

Esta es la historia de un héroe. Seguro que la recuerdan. Acaeció el 20 de abril en Barcelona. Un adolescente enloquecido ?por qué, por qué- entra en su  colegio con una ballesta dispuesto a llevarse por delante a quien sea. Al lado de la clase en que ha irrumpido y donde se monta la tremolina, hay un profesor interino- Abel Martínez Oliva- contratado para hacer una sustitución de unos días y al oír el escándalo, no lo duda, se mete en el aula a ayudar a los alumnos y profesora aterrorizados: repito, no lo duda, se la juega, tiene claro que tiene que actuar así. La consecuencia la saben todos ustedes: el perturbado le dispara y muere.

De todo aquello, solo ha quedado un rastro ya imperceptible. Sabemos que el menor ha vuelto a su casa porque por su edad penalmente era inimputable, sabemos que el profesor de Historia que se la jugó lo perdió todo a cambio de nada. ¿A cambio de nada o a cambio de todo? Yo creo que a cambio de todo: arriesgó generosamente su vida porque tenía claros unos valores que estaban por encima de cualquier consideración egoísta: la vida de aquellos niños aterrorizados y de una profesora, saber que los demás no son un número sino personas que merecen respeto y ayuda cuando la precisan. Puso por delante el tú o el vosotros al yo, y frente a las demoníacas tentaciones de que tanto eres cuanto tienes, antepuso la bondad y el amor al cálculo despiadado del interés propio. Pudo hacer como que no se enteraba, escaquearse, él pasaba por allí y a los pocos días iba a volver a su casa en Lérida, para qué jugársela. Pero se la jugó.

Era un héroe, o en otras palabras, un hombre bueno, desconocido, anónimo, pero allí estaba cuando lo necesitaron. Es el más perfecto desmentido a esas malévolas insinuaciones: piensa en ti lo primero, nadie te lo va a agradecer, esto es una mierda y hay que ser listos para que no te coman. El profesor interino que dio su vida nos permite mantener la esperanza: el bien es superior al mal, la generosidad es mayor que el egoísmo, quedan gentes buenas en este mundo, como Abel Martínez (no olvidéis su nombre, es de los que nos hace sentirnos orgullosos de ser hombres), vale la pena vivir aunque nos quieran hacer creer lo contrario. No te fíes de los malvados, quieren que te desesperes: la esperanza sigue siendo la fuerza más revolucionaria que existe y ellos lo saben.

Marta FERREIRA

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Mientras haya héroes cabe la esperanza