OPINIóN
Actualizado 15/05/2015
Juan Robles

La diócesis de Salamanca se encuentra en un proceso de Asamblea General. Entre los elementos con los que se intenta suscitar el interés de todos y animar a la participación, la llamada Cruz de la Asamblea está recorriendo parroquias, colegios movimientos? y también los hospitales.

El domingo pasado se celebraba en España la Pascua del Enfermo. Nos recuerda aquellos tiempos del llamado cumplimiento pascual. Los que gozamos ya de abundancia de años recordamos aquellas procesiones con el santísimo Sacramento, particularmente en los pueblos, en las que se llevaba con solemnidad la Sagrada Comunión a todos los enfermos del pueblo, en algunos casos en calidad de Viático o de asistencia religiosa para la última etapa del camino de la vida. La entonces llamada Extremaunción se administraba en otros días y concretamente a los enfermos de máxima gravedad. Hoy la Extremaunción se ha trasformada en el sacramento de la Unción de Enfermos, que sirve de auxilio cristiano en momentos de agravamiento de la enfermedad, o simplemente por haber cumplido los setenta años.

La Iglesia celebra la Jornada Mundial de los Enfermos el día 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes. Pero, en España, aunque nos unimos también a la jornada mundial, se ha querido mantener la hermosa tradición de la Pascua del Enfermo, que se celebra en el sexto domingo de Pascua, en este caso el domingo pasado.

Entre las celebraciones de relevancia, en el Complejo Hospitalario de Salamanca se ha querido aprovechar la ocasión para hacer presente, y dar relevancia con algún acto religioso, el signo sagrado de la Cruz de la Asamblea Diocesana. Así estuvo el domingo y lunes en el Hospital Clínico, con la celebración especial de la Eucaristía dominical, presidida por el vicario de pastoral de la diócesis, encargado ejecutivo de la puesta en marcha y mantenimiento de la Asamblea. El miércoles la Cruz se hacía presente en el Hospital Virgen de la Vega y el jueves se hizo lo propio en el Hospital de los Montalvos.

La Cruz entre los cristianos es signo de la entrega amorosa hasta el extremo del hombre Cristo Jesús, que quiso asemejarse a nosotros hasta en el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Así, el signo de la Cruz, a la vez que es signo de pertenencia cristiana, nos une en solidaridad con el Crucificado, nos da posibilidad de solidarizarnos con los demás enfermos y sufrientes de todas clases y, por lo menos, nos hace sentirnos más familiarizados con la condición humana de debilidad y pasión.

Por eso, era apropiado que nuestros hospitales, lugares donde se siente y se vive mejor que e ninguna parte la condición de enfermedad y de muerte, se hiciera presente la Cruz de la Asamblea Diocesana, como un reconocimiento de la dignidad de los sufrientes, y un alivio de solidaridad por parte de familiares, acompañantes, profesionales  y voluntarios, especialmente desde la perspectiva de la fe. Nuestros enfermos participan así activamente en los trabajos de la asamblea y la sostienen con el valor de su debilidad y la fuerza de sus oraciones. Es una contribución, no sólo a la Iglesia, sino a hacer de la humanidad un colectivo de hombres mejores y portadores de esperanza.

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