Me produce vergüenza la orden dada por el alcalde de Salamanca a la policía local de sacar a los mendigos de la calle. La idea no es nueva en el PP, en Madrid ya teníamos noticia de las pretensiones de alejar a los transeúntes del centro porque ahuyentan al turista. Qué aplicación tan miserable de aquella frase que fue la tarjeta de presentación de nuestra ciudad durante muchos años: Salamanca culta y limpia. Esta decisión nada tiene que ver ni con la cultura, ni con el conocimiento, ni con el saber. ¿Limpia? ¿Qué es lo que quiere limpiar Mañueco?
Me provoca un sentimiento de rechazo esa forma de entender la política a toro pasado. La política de actuar sobre las consecuencias en lugar de hacerlo sobre las causas. ¿Qué hay detrás de la pobreza en nuestra ciudad? ¿Qué responsabilidad tienen sobre ella quienes durante los últimos 20 años han gobernando Salamanca?
Me opongo frontalmente a esa actitud conservadora de querer resolver los problemas escondiéndolos debajo de la alfombra. Señor alcalde, no por echar a los mendigos de la ciudad vamos a solucionar nada. No por sacar pecho por unos datos falseados sobre el gasto social del Ayuntamiento vamos a erradicar la pobreza de nuestra ciudad. No por ejercer la beneficencia desde el área de servicios sociales del Ayuntamiento en lugar de desarrollar una política social vamos a conseguir una mayor igualdad entre nuestros ciudadanos.
Quiero que mi ciudad sea algo distinto a lo que la ha convertido este alcalde de nula visión de futuro, de mirada corta, de mediocridad en sus decisiones y de ineptitud para entender un valor fundamental: justicia.
Quiero una ciudad en la que valores como la libertad, la igualdad y la solidaridad, guíen la conducta de quienes la gobiernan. Quiero que en Salamanca gobiernen otros y tenemos la posibilidad de poder hacerlo el próximo 24 de mayo. No se pueden esperar otros cuatro años. Es la hora del cambio.
Foto: Alex López