Compañeros y compañeras?
Espero que estas apariencias de igualdad de géneros no os engañen. Y digo géneros, que no sexos, porque las palabras tienen género, no sexo.
Cuando un discurso se convierte en farragoso debido a la utilización innecesaria, reiterativa y gramaticalmente incorrecta de los dos géneros de muchas palabras, a mí, personalmente, me ofende.
Y me ofende por dos motivos. El primer lugar me ofende por las patadas que se dan al diccionario y a la gramática. De nada sirve que los profesores en las clases y los padres en casa pretendan convertir al niño en una persona culta, que se exprese con propiedad y con orgullo en la segunda lengua más hablada del mundo, si nuestros dirigentes y algunos periodistas se dedican a destrozar lo que tanto mimo y tiempo ha costado crear.
En segundo lugar me ofende como mujer. No necesito que nadie se dirija a mí por mi género para sentirme integrada en un grupo. Es más, me siento discriminada cuando oigo citar, por ejemplo, a "los trabajadores y las trabajadoras", como si las trabajadoras de sexo femenino necesitáramos que se recordara que existimos: "Los trabajadores, ah, y las trabajadoras, pobrecitas, no nos olvidemos de ellas"
Por esa regla de tres habría que coger el diccionario y darle la vuelta como a un calcetín para que oficios desempeñados hasta hace medio siglo por hombres, tengan su terminación en "O", o al menos en "E", y no en "A" como ocurre a los alpinistas, atletas, maquinistas, ascensoristas, astronautas, policías, por no hablar de la plantilla completa de la orquesta: violinista, flautista, fagotista, percusionista, etc?, etc?
Las palabras son como son por una serie de motivos ajenos totalmente a la demagogia política. Y digo demagogia porque a mí no me sirve de nada que se diga "los trabajadores y las trabajadoras" mientras "las trabajadoras" ganen un 30% menos de sueldo que "los trabajadores" en el mismo puesto de trabajo; mientras a "una trabajadora" se la despida, de forma encubierta claro está, por quedarse embarazada y a "un trabajador" no se le despida por dejar embarazada a alguien, mientras que "una trabajadora" que quiere acceder a un puesto directivo tenga que demostrar que vale el doble, o el triple, que un compañero del sexo masculino.
Si la única solución que se les ocurre a nuestros dirigentes para erradicar el machismo social y laboral es destrozar el diccionario, aviados vamos.