OPINIóN
Actualizado 11/05/2015
Francisco Iglesias

El lenguaje, la capacidad de comunicarse del ser humano ha sido el camino que ha permitido la evolución de la nuestra especie, pero paradójicamente se convierte también en camino de involución cuando el uso que se le da es para destruir en lugar de construir, lo que últimamente es uno de los usos más habituales que políticos, periodistas y otros personajes con responsabilidad pública le están dando al lenguaje, quitándole el enorme potencial que tiene para el desarrollo de la sociedad en la que vivimos

No me siento representado por aquellos cuyo argumentario se basa en descalificaciones hacia el que piensa diferente, que evitan responsabilidades y se especializan en dar respuestas escurridizas, y esto lo veo en los que llevan mucho tiempo  y en los que aparecen como la alternativa novedosa, haciendo uso de los mismos argumentos y evitaciones.

Me gustaría ver el cambio político y social en personas, no en un partido, ni en un periódico, ni en un color o en otro, me gustaría ver como aquellos que insultan a otros cambian para reconocer lo positivo y lo posible, que asumiesen la responsabilidad de algún error cometido y la intención de enmendarlo.

Estoy convencido de que no soy el único ciudadano que piensa así, que desea un cambio de este tipo, que no tiene que ver con la derecha, con la izquierda, ni el centro, sino con personas en las que podamos esperar un trabajo para la PAZ CIUDADANA, para mejorar la sociedad y no la propia imagen o la del partido, personas que usan el lenguaje para evolucionar, para el diálogo, para buscar consenso, pacto, acuerdos, para mirar a un futuro de convivencia pacífica, a un futuro positivo y lleno de posibilidades.

El cambio comienza por el lenguaje, por un lenguaje que no aporte más crispación y enemistad, y facilite modelos de colaboración en lugar de confrontación, como dice John Lennon en la eterna canción "Imagine":

"puede creer que soy un soñador, pero no soy el único"

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