OPINIóN
Actualizado 10/05/2015

Por lo que dice el CIS parece que en Salamanca los dos partidos mayoritarios ?cuyo bipartidismo se ponía en tela de juicio recientemente- van a estar en torno al 30% cada uno de ellos.

Otros partidos, absolutamente bisoños en la contienda electoral y completamente vírgenes en tareas de gobierno, parece que van a estar alrededor del 15% cada uno. En algunos casos se dice que el 20% para los ciudadanos que se escoran a la derecha y en otros, al revés: 20 % para los que pueden parecer situados más a la izquierda.

El aspecto que más llama la atención ?por lo menos a mí- de estas encuestas que se andan publicando, es que hay dos formaciones señeras, veteranas y ?hasta hace diez minutos importantes en el panorama electoral- que desaparecen. Como todo el mundo ha adivinado, hablo de IU y UPyD.

Por lo que hace a esta última puedo entender que, tal y como surgió esa fuerza política ?de la escisión libertaria de un partido mastodóntico- y tal y como viene gestionando sus últimos resultados electorales -a base de los mismo gestos autoritarios que llevaron a Rosa a marcharse del partido de la rosa-  los electores hayan descubierto que lo de Rosa no era más que facha ?en sentido coloquial significa fachada- detrás de la que nada nuevo había.

Pero lo de IU no consigo entenderlo. Siempre hemos tenido aquí un poso republicano, izquierdista más allá de lo políticamente correcto, y vocación comunera. ¿Qué ha pasado de todo ello?. ¿Dónde están mis amigos, mis camaradas, compañeros de otras épocas?. ¿Dónde aquella gente que nos jugábamos el tipo ?literalmente- por las libertades y la igualdad?.

Lo que dicen las encuestas es que aquella gente, que todavía vota, ha cambiado su preferencia. Y eso no es posible. No consigo entenderlo. Se sabe que en este país se puede cambiar de mujer, de religión, de partido, pero que jamás se cambia de equipo de fútbol.  Y es que ser comunista era mucho más que ser del Madrid o del Barça. Ser comunista era algo genético, ínsito en el ADN, imposible de modificar volitivamente.

Y sin embargo, ha sucedido.

Cuando yo salía a pegar carteles subversivos o a pintar en las paredes del cuartel de la Guardia Civil consignas republicanas o revolucionarias, o a tirar octavillas en el Helmántico, o a dejar el manojo del Mundo Obrero en la iglesia de turno, era consciente de que podría en este país suceder cualquier cosa: podría el fascismo perpetuarse, podría no llegar jamás la democracia, podrían detenernos, torturarnos y desaparecernos, pero mi tía Petra y el camarada Basi -con su bota de manchada- estarían siempre ahí: rojos, revolucionarios e irreductibles.

Y hoy, que el CIS me dice que ya no queda ni eso, me alarmo y preocupo, y al analizar la situación, me alarmo mucho más.

En efecto, los comunistas van/vamos a desaparecer del espectro político y eso querrá decir que nos ha devorado la vorágine publicista ?o, lo que es lo mismo, que nos ha ganado el capitalismo- o que nosotros mismos hemos dejado de luchar.

Yo prefiero pensar que nos han vencido. Un castellano no se rinde jamás.

En cualquier caso, los salmantinos -como vienen haciendo desde antiguo, pero no desde siempre- parece que van a elegir lo que más les perjudica. ¡Qué cosas!.

Pero, amigo mío, se siente: en Democracia la mayoría no se equivoca jamás. El errado es el que no camina con ella.

¡Qué le vamos a hacer!. Como ya se ha hecho costumbre, el 24M volveré a ser orgullosa minoría.

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