También podía haber titulado este artículo "Basura". Pretenden barrer los mendigos de las calles de Madrid. Al menos eso es lo que dice la Sra. Aguirre, que aspira a ser alcaldesa de la capital de España y en su programa promete limpiarla de mendigos. Es que, dice ella, los mendigos huelen mal a los turistas, hieren sus pupilas y causan horrible impresión con su aspecto desastrado de pordioseros. Solución hacerlos desaparecer.
No sé sus planes concretos, pero yo creo que el mejor momento para retirarlos de la vista de los turistas podría ser cuando pasan los camiones de la basura y a la vez que se llevan los contenedores al vertedero, podrían recoger también, en esas horas nocturnas o tempranas, a los miserables durmientes en la entrada del metro o en cualquier otro dormitorio improvisado o permanente que hayan elegido, tal cual están, envueltos en sus cartones y en su manta, incluyendo en la recogida la bolsa o el carrito con todos sus enseres. No sé si hay otra opción, porque el objetivo de la autoridad no es que no haya pobres sino que no se vean porque a los turistas, que son buena parte de la riqueza nacional, no les gustan. Y aquí lo primero es el dinero. Hay que esconderlos. Seguramente que la autoridad no pretenderá eliminarlos porque son demasiados, sólo esconderlos. Y no te digo si esto se extendiera. En el mundo se cuentan por millones. Y es que la autoridad quizá ha leído aquello del Evangelio: A los pobres siempre los tendréis con vosotros. Y la autoridad responde: bien, que estén con nosotros, pero que no se vean, que están muy sucios y no les gustan a los turistas.
Ilustración: Gustavo Doré