OPINIóN
Actualizado 07/05/2015
Leonel Cassarino

Era vital que Monedero se apartase y dejase paso a los que quieren, con practicismo y coherencia, cambiar el país y ser alternativa real. A pesar de las bonanzas y euforias del Movimiento 15M, Podemos debe ir más allá, y articular una opción política clar

Esta semana la televisión nos recreó sabrosamente con todo el show mediático la dimisión de Juan Carlos Monedero de sus cargos orgánicos en Podemos. Su amigo Pablo Iglesias lo acepta y el filósofo podemita se va "dando portazos". En principio se despidió con tono amargo, en la radio y en los blogs, contra su colega del alma y contra el partido, aunque al día siguiente, en escritos posteriores, suavizase sus críticas.¿Nos extraña la marcha de Monedero? ¿La esperábamos? Pues sí, y no. Aclarémonos. Existen varias razones para ello, tres en concreto.

En primer lugar, Monedero no gestionó acertadamente el caso de los ingresos, ­esas "vicisitudes dinerarias vinculadas a Venezuela". Dejaron un lastre para  como los que tuvo.o para la crica de sus enmeisgos cuando tueviera un desliz o un erros tactico,aciuones y mitines esatana dejaél y para el joven partido. Pero luego, su tardía respuesta a las críticas, y sus ambivalentes justificaciones, sus maneras sofisticadas de facturarlas, unido a los enfrentamientos en plan "gallito" desafiante con Hacienda y Montoro, le han perseguido constantemente. No había superado la "cacería mediática" lanzada contra él.

La segunda razón es su comportamiento "raro", al menos poco ético dentro de la filosofía y moral de Podemos, que él ayudó a crear. No se puede predicar tan alto, creerse en la supremacía moral de las cosas, y luego tener actuaciones rozando casi lo deshonesto. Esto era ya suficiente como para apartarlo, o él dimitir, de sus actividades directivas del Consejo Ciudadano. Estaba claro que Monedero no era un corrupto y su falta fue menor, meramente administrativa. Pero él lo agravó, pues como buen ideólogo, solo practicó el código de boquilla. Con sus clásicos gestos y vocabulario al estilo bolchevique (cual Lenin moderno) en los discursos, manifestaciones y mítines, estaba dejando más que terreno abonado para la crítica de sus enemigos cuando tuviera un desliz o errores tácticos, como los que tuvo. Predicar y cumplir a rajatabla eso es lo que le faltó. Y eso ha hecho mucho daño a los nuevos simpatizantes (supuestos votantes) de Podemos, y a los antiguos (a los que nacieron desde el 15M y a los que se sumaron con las elecciones europeas y posteriores).

Por último, la tercera razón estaría en una divergencia táctica y estratégica con algunos líderes, colegas muchos, a la hora de gestionar el futuro inmediato del partido morado.

Si Monedero solo hubiese reivindicado el espíritu, la esencia del 15M, para que vuelva a regir Podemos, nos parece muy bien. Pero sus compañeros del Consejo Ciudadano Estatal, entre ellos Pablo Iglesias y Errejón, decidieron con la aprobación de las bases podemitas, hacer de Podemos una alternativa política, una formación, no solo una agrupación para "quedadas asamblearias y protestas multitudinarias", o una corriente de opinión o un estado de ánimo. El riesgo ya lo sabía bien él: parecerse (no ser) a la casta, recoger votos de antiguos comunistas, anticapitalistas, o desde las alas de IU, hasta del centro izquierda, socialistas, o simplemente parados, y cabreados del PP y del bipartidismo. O sea se decidió ?en menos de un año? formar un partido nacional institucional para poder gobernar ¿Que esto fue un error? ¿Que Podemos nunca debería haber sido un partido político a la española?

El caso es que el supuesto puritanismo de Monedero ?ahora lo sabemos mejor? es ser fieles a la calle, a los desesperados, a los desahuciados, a los preferentistas, a los desempleados, y a algunos pocos más.

Los críticos, junto a Monedero, reclaman volver a la lucha contra la "casta", la cercanía a los círculos y la pureza del espíritu fundacional del partido podemita, nacida en el 15M ¿Pero le darían un % de intención de votos como el que tenían hace medio año o ahora mismo? Sí, sumarían algunos votos más de la izquierda radical, pero los perdería por el centro izquierda y los "desafectados" de IU, PP y PSOE, y de los antipartidos o alternativos, que antes eran "militantes" de la abstención. O sea, el dilema está en partido para gobernar ya, o esperar (y solo protestar). Monedero y sus seguidores, lo tienen claro, prefieren imitar a su admirado Julio Anguita, entonces líder de IU. El "califa rojo" andaluz, con su puritanismo programático y anticapitalista, nunca superó, en sus mejores resultados, el 10% de los votos ¿Eso es lo que quiere Monedero? Con sus ataques desafortunados conseguiría un Podemos refundado, más radicalizado, vale; pero sería minoritario, colateral, como lo ha sido IU y el PCE en los 40 años de Transición. Con solo el rechazo y el cabreo de los indignados ?origen del 15M- no se cambia un régimen ni se ganan unas elecciones. Y las revoluciones violentas o solo ideológicas están ya fuera de nuestros tiempos.

Era vital que Monedero se apartase y dejase paso a los que quieren, con practicismo y coherencia, cambiar el país y ser alternativa real. A pesar de las bonanzas y euforias del Movimiento 15M, Podemos debe ir más allá, y articular una opción política clara para intentar derrocar el sistema bipartidista, el Régimen del 78. Eso sí, marchando despacio, menos preocupados por gobernar y ganar las elecciones de noviembre, que de crear un partido que limpie, regenere y acabe con el régimen clientelista y caciquil arrastrado desde la Transición. El camino para gobernar es muy largo, y las prisas no son buenas.

Y si Monedero "no era un hombre de partido, porque es un intelectual que necesita volar", pues eso ha hecho: salir del nido ?o de la jaula?, y ha volado solo. Pero lo malo es que al revolotear se ha podido llevar por delante los avances sociales y electorales de su partido, a él mismo, y a muchos ciudadanos que confían en que Podemos sea la fuerza del cambio político y social de España.

Otros, sin embargo, vamos más allá y pensamos que el propio Monedero ?brillante pensador, pero no dirigente? ha dado un volantazo a la izquierda para atraer votos ya perdidos en estos últimos meses a causa de cauterizar el partido hacia las elecciones municipales, autonómicas y generales. Y luego, los "entregará" magnánimamente a su leal amigo Pablo; los traerá al redil del gran partido ?transversal y total? que se está formando. Así sea?

Adiós Juan Carlos, hasta siempre. Nos veremos en alguna asamblea; en el supermercado; en la universidad, o compartiendo Plató de TV, mantel y mesa electoral. Y sigue guiando a las bases, filosóficamente, claro.

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