OPINIóN
Actualizado 07/05/2015

No nos resulta extraño ver, en época electoral, cómo los partidos políticos recurren a reclamos musicales para hacer más populares sus mítines, inclusive los partidos a los que, a priori, la música en sí les importa poco o nada.

Entran en juego algunas circunstancias por las que los músicos se decantan por poner su cara para dichos eventos o rechazarlos, como: ética, oportunismo, factores económicos o afinidad con uno u otro partido.

Yo, que siempre he preferido evitar cualquier vinculación musical con la política, voy a hablaros de algunos ejemplos de compositores que están o han estado estrechamente relacionados con ideologías políticas.

La influencia de Wagner en el Nazismo: cuando Wagner ya había muerto y Hitler masacraba Europa, el dictador, que no ocultaba su admiración por el compositor alemán, comenzó a utilizar algunas de sus composiciones para crear una identidad propia de su partido. Así es, que la pieza Ritt der Walküren (perteneciente a la tetralogía El Anillo del Nibelungo), se convirtió en un tema bélico por naturaleza. Se comenta que un grupo de tanques retransmitió dicha pieza por sus radios antes de lanzar un ataque en la Segunda Guerra Mundial y, hoy en día, cualquier persona que quiera recrear una situación bélica audiovisual tendrá como punto de referencia este tema de Wagner.

Gonzalo Moreira y su imparcialidad: este compositor ha logrado hacer coincidir tres de sus sintonías musicales en las campañas políticas de tres partidos distintos durante la misma candidatura. Es decir, en las elecciones de Uruguay del pasado 2014, tres de los principales partidos: Partido Nacional, Frente Amplio y Partido Colorado, comenzaban sus mítines con música creada por este compositor, que parece mantenerse al margen de los ideales políticos. Recibiendo esos encargos como un trabajo más.

Mascagni, el oportunista del régimen de Mussolini: A la muerte de Puccini, ya entrado el régimen de Mussolini, Mascagni se convirtió en el compositor por excelencia en Italia. Esta relación entre el dictador y el compositor era de beneficio mutuo, ya que se aprovecharon el uno del otro. A pesar de no pertenecer formalmente al Partido Fascista hasta 1932, Mascagni se encargaba de componer la música para los actos oficiales, recibiendo por ello subvenciones millonarias.

Solamente con estos tres ejemplos (aunque podría hablar de muchos más y sobre todo del apoyo de artistas españoles a algunos partidos de la transición) se puede ver que algunos músicos pueden quedar directamente ligados a ideologías políticas aunque no exista realmente ninguna vinculación, y en la mayoría de los casos es difícil desprenderse de ese "San Benito".

 

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