Comenzó la campaña electoral para elegir alcaldes y presidentes de los distintos ayuntamientos y comunidades autónomas, nos quedan por delante más de dos semanas de discursos, promesas, inauguraciones, propaganda, besos, abrazos, balances positivos y negativos y, sobre todo y ante todo, mensajes realzando nuestras virtudes y los defectos del contrario, lo que se traduce en el tan usado y manoseado "y tú más".
Y ello para que después del día 24 sigamos igual gane quien gane, porque el discurso electoral, siempre tan aburrido, es común para todos los partidos y no sólo par los partidos españoles.
Oyendo al líder Conservador británico creí escuchar a Mariano Rajoy: Votadme a mí, porque soy el mejor, si votáis al contrario destruirá todo lo que hemos conseguido; a continuación, el candidato del partido laborista me recordaba el mensaje de Pedro Sánchez acusando al gobierno de gobernar para unos pocos y olvidarse de la mayoría trabajadora.
¿Se han puesto de acuerdo en Europa para unificar los mensajes electorales? Qué poca imaginación.
A esto tenemos que añadir las nuevas formaciones, esas que esperan romper el bipartidismo y que cada día se despiertan en un espacio ideológico diferente; según llueva o salga el sol se definen como de la izquierda más radical o la derecha más conservadora. Y como están demostrando en Andalucía, lo único que pretenden es actuar de mosca cojonera y boicotear la investidura de la candidata a presidir el gobierno de la Junta andaluza.
Su continua negativa a no ceder si no se aceptan sus condiciones, pone en entredicho su actitud demócrata: o se accede a lo que yo impongo (algunas imposiciones rozan el absurdo) o no hay gobierno.
Si esta posición es la que van a seguir manteniendo en la creación de los nuevos ayuntamientos y comunidades Autónomas, aquel partido que no obtenga el día 24 una mayoría absoluta se va a encontrar con muchas dificultades para formar equipos de gobierno.
Y mientras, los ciudadanos a padecer y ellos a mal gastar nuestros dineros.