OPINIóN
Actualizado 03/05/2015

El pasado 1º de Mayo, en la zona del cementerio de Salamanca destinada a las víctimas republicanas salmantinas durante y después de la guerra civil, se descubrió una escultura realizada por el artista local José Luis Pinto. No es una escultura más en una

A José Luis le conocí allá por el año 1965 en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, ubicada en la Plaza San Boal en lo que fue el antiguo palacio del mismo nombre, allí recibimos juntos las enseñanzas de un gran maestro: el inefable Zacarías González, hombre taciturno y un tanto solitario, pero un extraordinario dibujante, pintor y profesor, al que todavía no se le ha reconocido su obra como debiera a pesar de tener un museo a su nombre tan poco visitado como escondido, pero de esto hablaré otro día.

Pinto, que así le llamaban cuando llegué, era un alumno aventajado, su trazo decidido y su aprehensión de las enseñanzas del maestro era casi un insulto para los novatos como yo, su facilidad para ver formas, volúmenes y luces, a pesar de sus pequeños ojos -se mira con los de dentro- era inconmensurable, reconozco que los demás compañeros de clase le teníamos una sana envidia mezclada con no poca admiración por la rapidez y destreza con la que remataba sus dibujos, el carboncillo, la sanguina, el "Conté à Paris" o la pintura al pastel, no tenían secretos para alguien que había nacido artista y, por si fuera poco, tenía un corazón tan grande como su voluntad en aprender ya que en ningún momento me sentí solo y enseguida me aceptó como amigo. Estas cualidades humanas no solo no las ha perdido, sino que según ha ido creciendo en edad, se han engrandecido. De San Eloy  nos fuimos juntos a los catorce años a continuar nuestra formación a la entonces recién inaugurada Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, en la que nos pusimos en manos de otro gran dibujante: Manolo Gracia.

El azar de la vida hizo que pasados unos años nos separáramos, yo me fui a estudiar BB.AA a Sevilla y él se quedó en Salamanca. Mis andanzas por la geografía española como profesor de dibujo no limaron nuestra amistad a pesar de la distancia ya que siempre nos hemos profesado admiración y respeto mutuo y a pesar de que los mundos artísticos en los que vivimos pueden parecer muy distintos -la fotografía por mi parte, la pintura y la escultura por la suya- son sólo técnicas distintas para expresar nuestras comunes experiencias vitales, políticas, sociales, y artísticas. Desde que éramos jovencitos, y sin mediar la palabra acuerdo de manera expresa, existió siempre un planteamiento común: "amamos la belleza, pero la amaremos más si está imbricada con los anhelos de justicia social",  a ello contribuyeron, de manera muy notable, las lecturas de libros prohibidos por el franquismo y las conversaciones que manteníamos al salir de la Escuela de Artes mientras nos tomábamos unas cañas con patatas bravas  en la cervecería Atenas de la Puerta Zamora, todo ello hizo que hayamos tenido una labor semejante en relación al arte y como profesores del mirar, con un punto a su favor: su labor ha sido mucho más comprometida en la docencia que ha realizado y realiza de manera vocacional, con presos en las cárceles o con los trabajadores en los barrios de la ciudad.

Este compromiso le ha llevado ha realizar, ya en plena madurez artística y física, la que yo pienso que hasta ahora es su obra cumbre: el "Tiro de Gracia", una escultura llena de fuerza, expresión, sinceridad, valentía y maestría, una obra -me resisto a llamarla "pieza"- que marcará una época en la imaginería salmantina por lo dicho anteriormente, sobre todo por una motivación tan diametralmente opuesta a las sosas, impersonales e interesadas "estatuas" sometidas a los gustos del poder nacional-católico con que nos han obsequiado las autoridades salmantinas en estos últimos años de gobierno del PP en la ciudad y en la provincia, y que no hacen más que destapar la ignorancia de quienes han ordenado sus realizaciones desprestigiando de este modo la ciudad ante cualquier visitante con un mínimo de cultura artística.

Por el contrario, "Tiro de Gracia", realizada en hierro, está ejecutada de dentro a fuera y tiene un magnífico doble sentido: uno, como si de una obra arquitectónica se tratara, ya que lo primero que José Luis realizó fueron los huesos y sobre ellos ha ido poniendo la "piel herrúmbrea"(*) del yacente anónimo y desaparecido que, según sus propias palabras, se irá degradando con el tiempo en una interacción de los elementos con el arte, hasta que su desaparición paulatina por oxidación deje paso a la visión del esqueleto que hay en su interior, en una bellísima metáfora de representación de la indigna muerte de cientos de republicanos asesinados cuyos esqueletos yacen en cualquier cuneta de nuestra provincia, algo que José Luis tiene asumido hasta sus entrañas como una de las injusticias más escandalosas que vive nuestro país, este es el otro sentido de la dirección de la realización de esta figura, que ha nacido de la necesidad interior para hacer llegar al exterior un grito de rabia, dolor y libertad que, estoy seguro, escucharán solo aquellas personas cuya motivación en la vida esté por encima de la crematísticamente necesaria.

Gracias, José Luis, por regalarnos este trocito de HISTORIA, gracias por esa rebeldía y sentido de la coherencia de la que haces gala allá por donde vas, gracias por ponerle una forma tangible a la demoledora, fantasmagórica e indeseada imaginación de los que aún tenemos familiares enterrados sin respeto en alguna cuneta de la provincia y gracias por ser quien eres, este pedazo de autenticidad escultórica te delata como un digno discípulo de los que fueron tus maestros, estoy seguro que algún día se te recordará como uno de ellos.

http://salamancartvaldia.es/not/78679/tiro-de-gracia/

(*) Sí ya sé que este palabro no existe en el diccionario, pero no encuentro otro que se adapte mejor a lo que quiero expresar.

 

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