Pasado el Primero de Mayo, día en que se conmemora y festeja el trabajo, hemos de pedir un esfuerzo y un compromiso institucional y social porque cada vez sean más lo que dejan atrás el desempleo y/o las formas precarias en las que trabajan.
Entre el trabajo y la Salud existe una asociación innegable y evidente dado que para conseguir tener mayores probabilidades de vivir saludablemente hace falta, en primer lugar, concienciarse de la importancia de la Salud y poner en valor su consecución. En segundo lugar, dado que se trata de un recurso para la Vida, habrá que actuar en consecuencia y realizar los esfuerzos y el trabajo necesario para llevar un funcionamiento sensato, tranquilo y equilibrado. Es decir, un estilo de vida sano y saludable para asumir con optimismo lo que toca vivir.
Para lograr ser efectivos en la consecución de la Salud se necesitan al menos dos estrategias. Una estrategia poblacional mediante la cual las sociedades avanzadas y modernas organizan sus recursos sanitarios y sociales para conformar un Sistema Sanitario que sea accesible y proteja a todos. Una estrategia individual, es decir, lo que cada uno hace para conseguir la Salud. Es decir, el esfuerzo personal por conseguir, al menos, comer de manera equilibrada y realizar ejercicio habitual para conseguir el funcionamiento adecuado de los diversos aparatos y sistemas de cuerpo humano. Posteriormente, con el paso de los años, estos hábitos que se incorporan conscientemente y con esfuerzo pasan a formar parte del estilo de vida, lo que supone realizarlos sin esfuerzo y sin trabajo, de manera automática, como pedalear. Esto es lo que ha pasado en nuestras vidas cuando se han incorporado: la higiene general y bucodental diaria, la dieta equilibrada y prudente, el ejercicio moderado de todos los días y el evitar y reducir los tóxicos como el tabaco, el alcohol y otros medioambientales y sociales.
Posteriormente, en la edad adulta y al llegar los padecimientos crónicos, hay que incorporar los autocuidados. Es decir, todo aquello que es adecuado y está justificado para reducir el malestar de las enfermedades crónicas y para preservar y mejorar la Salud. Así, al gestionar la enfermedad que ha llegado y que toca aceptar, se mejora el pronóstico y el Bienestar y la Calidad de Vida relacionada con la Salud. Los autocuidados suponen un esfuerzo personal, de responsabilidad y de autonomía en defensa de la Salud y frente a la enfermedad. Estos se han venido transmitiendo de generación en generación, fundamentalmente de madres a hij@s. El problema de esta vía transmisión y comunicación es que muchos de estos autocuidados no se basan en evidencias y, por tanto, han quedado obsoletos e injustificados. Por estos motivos la vía de trasmisión verbal más adecuada debe ser la del profesional sanitario, asumiendo éste que el fomento de los autocuidados forma parte del acto asistencial por responsabilidad, competencia y ética profesional.
En consecuencia, llevar un estilo de vida saludable al que se incorporan los autocuidados tiene ventajas evidentes para todos, dado que reducen el gasto directo en fármacos y en desplazamientos inútiles e innecesarios al Centro de Salud o al Hospital y mejoran el Bienestar y Calidad de Vida de los que los llevan a cabo, con algún esfuerzo y algún trabajo; pero que merece la pena hacerlo, por uno mismo y por la sostenibilidad del Sistema Sanitario.
La Salud no lo es todo; pero merece un esfuerzo dado que sin ella no hay posibilidades de trabajar ni de disfrutar de la Vida.
JAMCA