Nunca me han gustado los días comerciales destinados al padre y a la madre.
Creo que lo somos todo el día del año, pero no obstante casi todos caemos en la trampa o nos dejamos mimar un poco más ese día.
Como madre recuerdo cada regalo que me ha ofrecido mi hijo y de entre los mejores no están los que se adquirieron con dinero.
Un dibujo, una fotografía, una rosa del jardín.....es el detalle y la manera de ofrecértelo, con una sonrisa, un abrazo, un beso y un "¡te quiero mucho mamá!" , lo que realmente nos llena.
Cuando te haces madre es cuando más comprendes a la tuya.
Una madre no descansa ni se cansa.
Desde que un hijo llega al mundo el universo gira a sus pies y te convierte en la reina.
Son muchas las virtudes que caracterizan a las madres, pero yo desde estas líneas quiero destacar LA PACIENCIA, que se logra con un ingrediente excelente: EL AMOR por los hijos.
Cada una conocemos muy bien a nuestros hijos. Por el tono de voz, incluso por teléfono, sabemos que estado de ánimo tienen, si están contentos, preocupados, enfadados, tristes o insoportables.
Con una mirada descubrimos en sus ojos si nos dicen la verdad o no, por su actitud ante los acontecimientos, descubrimos por donde andan y con quien.
De alguna manera somos detectives de sus vidas porque queremos lo mejor.
Con paciencia soportamos los inconvenientes de cada etapa, la infancia, la dura adolescencia, la juventud y con suerte su madurez, aunque alguno no llegue a caer nunca del árbol.
La tarea de acompañar, aconsejar y educar no termina nunca.
Son muchas las quejas y reproches que a lo largo de nuestra vida recibimos por parte de los hijos, pero todo se perdona y se esfuma como el viento cuando te dicen: " Gracias mamá, ¡ qué orgullo siento de que seas mi madre" !
Desde estas líneas felicito a todas las madres del mundo por su paciencia y su cariño y en especial a la mía que tantas alegrías, enseñanzas y amor me ha dedicado.
Gracias MADRE.