OPINIóN
Actualizado 01/05/2015
Jorge Juan Fernández

Sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente

Recientemente tuve la suerte de poder asistir, en el salón de grados de la Facultad de Derecho de Salamanca, a una magistral exposición sobre seguridad y terrorismo a cargo de Jesús Núñez Villaverde, Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)[1], además de especialista en temas de seguridad, construcción de la paz y prevención de conflictos, con especial atención al mundo árabe-musulmán.

Jesús tiene la admirable cualidad de complementar sus profundos conocimientos sobre el tema con unas grandes dotes como divulgador y comunicador, logrando así que sus exposiciones sean amenas, serias, ordenadas y comprensibles para cualquier oyente. Él mismo acepta tener opiniones que, en ciertos casos, van "contracorriente", lo cual resulta enormemente atractivo y refrescante en un mundo de pensamiento único y posicionamientos globalizados.

En la primera parte de la intervención afirmó con rotundidad que, creo que muchos lo compartimos, las palabras no son neutras y para empezar comenzó cuestionado el uso generalizado de los términos en se autodefine el "Estado Islámico" porque: Ni es un estado, ni nada tiene que ver con el Islam. Tampoco el fundamentalismo yihadista tiene que ver con los contenidos del Corán. También señalo que hablar de "terrorismo islamista" sería lo mismo que hablar de "terrorismo vasco" afirmaciones ambas profundamente injusta tanto para los creyentes en la religión del Profeta como para los ciudadanos vascos.

Otro momento de su intervención contracorriente fue cuestionar que el terrorismo, mal definido como "islámico" sea una prioridad mundial y la máxima amenaza existente contra la civilización occidental, como pregonan los líderes de las grandes potencias mundiales.

Según datos de 2013 (últimos disponibles) murieron en todo el mundo 18.000 personas a causa de atentados directamente relacionados con este tipo de terrorismo. De ellas 13.000 residían en países islámicos y apenas 900, el 5% en países occidentales. Sólo un par de ejemplo más, habría muchos, que me parecen interesante poder plantear después alguna preguntas.

 La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que en el mundo se producen 1.700 millones de casos de enfermedades diarreicas anualmente y unos 760.000 niños menores de cinco años mueren a causa de ellas. No disponer de agua en buenas condiciones para el consumo humano y carecer de adecuadas instalaciones higiénico- sanitarias son la causa.

En Estados Unidos se producen más de 12.000 muertes anuales por armas de fuego y según informes del propio Congreso del país, 270 millones de armas están en manos de civiles.

Las preguntas son: ¿Debe ser una prioridad mundial la lucha contra el terrorismo violento y radical de ciertos grupos, seguidores de una mal entendida «guerra santa» o la prioridad debiera ser evitar la muertes de 760.000 niños y niñas menores de 5 años ¡42 veces más!? ¿Es qué unos muertos no importan más que otros? ¿Es que unas victimas nos "tocan más" porque están cerca de nosotros y otras menos por estar lejos? ¿Qué es más factible a corto y medio plazo acabar con el terrorismo violento y radical, con las muertes a causas de enfermedades diarreicas o con las víctimas de armas de fuego en manos de civiles?

La lucha contra el terrorismo es compleja, evitar la muerte de civiles a manos de sus conciudadanos en Estados Unidos, es sólo una cuestión de regulaciones legislativas y prevenir la enfermedad y la muerte de millones de personas en todo el mundo requiere, únicamente, dotarlas de algo tan básico como agua saludable y sistemas higiénico ? sanitarios adecuados y en pocos años evitaríamos millones de muertes. Por tanto ¿cuál debe ser la prioridad? ¿No tiene la Comunidad Internacional la obligación de buscar el mayor beneficio para todos? ¿Qué velado intereses hay cuando se pregona a los cuatro vientos que la máxima prioridad es la lucha contra el terrorismo? ¿Los seres humanos somos iguales en derechos como afirma la Declaración Universal de Derechos Humanos o unos tenemos más derechos que otros? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a perder derechos en con la excusa de ganar seguridad? Recuerden que estamos hablando de PRIORIDADES no de olvidar a unas víctimas y atender a otras.

La última reflexión que me pareció de gran relevancia, poco frecuente cuando se trata de estas cuestiones, fue la respuesta del ponente a la pregunta de cómo se puede combatir de forma eficaz contra este tipo de terrorismo, su afirmación fue rotunda: luchando contra la desigualdad. Y añadió que la desigualdad social provocada por la pobreza, la exclusión, el trato discriminatorio, la violación de derechos, es lo que estos grupos de violentos radicales ofrecen como "alimento" a futuros miembros y como refuerzo constante al ideario de sus miembros, por tanto: la lucha más eficaz contra el terrorismo, sea este de la clase que sea, es la lucha contra la desigualdad, contra la exclusión, contra la xenofobia y el racismo.

Curiosamente, su conclusión coincide con otra, también contracorriente, del Papa Francisco, cuando hace algún tiempo dijo: "Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades". Nuevamente terrorismo y desigualdad en una misma frase ¿Habrá que empezar no a pensar, sino a actuar contracorriente?

 

[1] Profesor de la Universidad Pontificia Comillas, Vocal del Comité Español de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, Miembro del International Institute for Strategic Studies (IISS), Londres, Consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) http://www.iecah.org/web/

 

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