OPINIóN
Actualizado 25/04/2015
Jorge Moreno / El Norte de Castilla

Desde hace un año, en Salamanca no sólo hay médicos de guardia, bomberos de guardia, farmacéuticos de guardia, policías de guardia y otros profesionales que trabajan mientras la mayoría descansan, sino que también contamos con una iglesia de guardia, donde es Jesucristo el que espera a los cansados para aliviar sus agobios. Una iglesia con las puertas siempre abiertas, para que no importe la hora y sí la necesidad. Una iglesia donde contemplarle, porque sí, está en todas las cosas, está en medio de nosotros, y está sobre todo en los hermanos y muy especialmente en los que sufren, pero Dios ha querido quedarse en la Eucaristía, para ser alimento y presencia, para ser partido, repartido, comido y adorado.

En Salamanca la iglesia de guardia está en la Ronda del Corpus, en la iglesia conventual de las Clarisas del Corpus Christi. Más de cuatrocientas personas se reparten las ciento sesenta y ocho horas de la semana para que esa puerta pueda estar abierta, para garantizar que siempre haya alguien. Un esfuerzo personal de unos cuantos que permite un servicio para todos. Una Iglesia de puertas abiertas que no oculta ni renuncia a su misión de adorar a Dios en espíritu y en verdad. La puerta también está abierta para quien quiera unirse y aportar una hora de su tiempo. Una hora que se hace corta.

Este domingo el aniversario se celebra como acción de gracias y compromiso de continuidad. La Diócesis, inmersa en un tiempo de renovación espiritual como arranque de su Asamblea, señala la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua como un medio que puede servirnos a llegar a ese objetivo. Enamorarnos de nuevo de Cristo. El Amor de los amores.

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