OPINIóN
Actualizado 23/04/2015
Isabel Muñoz

No me digan que lo de las tarjetas negras u opacas de Caja Madrid-Bankia no es para que el pueblo tomara La Bastilla e instalara en la plaza pública el invento de Monsieur  Guillotin,  o cosa parecida. Cuando ya creíamos que no se podía llegar a más en cuanto a corrupción se refiere, nos enteramos de que existían unas  tarjetas sin control de ninguna clase al servicio de casi un centenar de sinvergüenzas de la más diversa procedencia, incluidas, cómo no,  la política, la empresarial  y la sindical;   ignorantes,   desmemoriados y medio tontos   casi todos ellos,  a juzgar por las declaraciones que algunos han hecho respecto a que no sabían nada de nada,        que en lugar de cumplir con su deber y velar por la legalidad y transparencia de la entidad  a cuyo Consejo pertenecían, se dedicaban a  saquearla, porque eso sí, darle al cajero,  sí que sabían.  Viajes por el mundo, joyas, pieles, ropa, restaurantes, hoteles de lujo, cestas de la compra, gastos en campos de golf,   lotería y dinero en efectivo por valor de 15'5 millones de euros,  que se dice pronto? Y todavía saldrá más, al tiempo.


Y aun siendo esto  de las tarjetas un escándalo de mayúsculas proporciones, lo que hay detrás lo es todavía más. Detrás están esos sueldos  e indemnizaciones millonarias  que sus directivos se pusieron, incluso cuando los contribuyentes ya habíamos puesto  casi 23.000 millones de euros para tapar el negro socavón provocado por las grandes sumas de dinero  concedidas a determinadas empresas, por ruinosas  compras de bancos de dudosa legalidad y capacidad,  y por haber gestionado la entidad financiera como si fuera el  cortijo de amigos y políticos.  Recuerden las luchas intestinas entre destacados miembros del citado partido,  incluido el propio presidente del Gobierno,  para colocar en la presidencia de Bankia a sus candidatos. Al final ganó el candidato de Rajoy, Rodrigo Rato: ese que apercibido por el ministro Guindos se aprestó a devolver  el dinero gastado con su tarjeta opaca antes de que el asunto saltara  a los medios por una denuncia de UPYD, que todo hay que decirlo. A ver si con todo esto de las tarjetas nos quieren entretener   poniendo, eso sí,  unas multitas de nada a estos 86 golfos (si es que el asunto  no ha prescrito y se van de rositas, que esa es otra, porque  cuando pillan a los  ricos delinquiendo,  los asuntos siempre han prescrito), y así nos olvidamos del manejo político que ellos mismos, los del PP,  hacían de Caja Madrid.


 ¿Por qué será que cuando en estos días veía en las teles nacionales el careto de algunos de los consejeros de Caja Madrid- Bankia  junto a sus nombres y a las cantidades saqueadas, recordaba yo el nombre y la fisonomía del presidente y demás   consejeros  de nuestra querida Caja Duero? Sí, señoras y señores, me acordaba de la pasividad o complicidad de los consejeros de  dicha entidad, esos que tenían la obligación de velar por su transparencia,  ante  los trapicheos de los directivos  de la misma cuando el asunto de la construcción de un Auditorio en el huerto de las MM. Adoratrices,  o cuando la entidad  tomaba represalias contra las personas que alzamos nuestra voz y alertamos a la UNESCO  para que tal construcción no se hiciera en ese lugar.    Me acordaba también de la compra ruinosa para Caja Duero de un edificio en Madrid a la constructora Nozar, asunto por el que el presidente, Julio Fermoso,  está imputado;  o del fraude y el engaño perpetrado por los directivos a los clientes con  la emisión y comercialización de preferentes para  capitalizar la entidad, asunto que también está en los tribunales,  con el amigo Fermoso de nuevo  imputado; o de los préstamos   y  las  condonaciones  de deudas a determinadas personas y  empresas, como por ejemplo a la empresa Shanter (la empresa que destruyó el Bretón y que ahora va a hacer el aparcamiento de Garrido),  en el asunto de Mirat.  Me venía a la memoria así mismo, como la Obra Social se comportaba como "un padrino" o "un cacique" del  más burdo estilo cuando  compraba voluntades en la ciudad con sus concesiones económicas, mientras  los consejeros  (representantes  de los partidos políticos (PP-PSOE) de los sindicatos(UGT-CCOO), de las patronales,  de las universidades (Civil y Pontificia)   y de personas de reconocido prestigio o relevancia: periodistas, presidentes de asociaciones de vecinos, abogados y otras yerbas?), miraban para otro lado, o se beneficiaban ellos mismos de sus prebendas.  También recordaba el penoso papel de los medios de comunicación cuando por aquello de la publicidad y otros favores, rendían incondicional pleitesía a la entidad financiera?

Lo dicho, el patio está como para tomar La Bastilla  e instalar en la plaza pública la guillotina.

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