OPINIóN
Actualizado 22/04/2015
Enrique de Santiago

Acabamos de disfrutar de la tradición secular en la que se vadeaba el río para reconstituir la vida ordinaria tras las penas, sufrimientos y penurias de la Cuaresma, coronada por la Semana de Pasión y, sobre todo, de Resurrección. Tras intensas fechas, corresponde volver a la cotidianeidad, con sus glorias y sus cuitas y, para ello, era preciso, al menos para algunos, la traída de las vulpes al corrido ciudadano.

            Hoy, en una simulación de las tradiciones disfrutadas, observamos la política en la que, tras los padecimientos del desconocimiento, el movimiento de las putillas y chaperines, ora plañideras lloronas en cada esquina, ora sonrientes y exultantes de ilusión que postulan su flor al gran jefe, ora gloriosas, ora penosas, ha llegado al momento en el que el dedo decisor cruza el agua para elegir y retozar con las elegidas y elegidos para formar parte de las listas.

Ya observamos los collares de perlas del añil, del rojo, del morado, del naranja, del verde? de unos y otros, comenzando la carrera en pos de una representación que permita el gobierno municipal y autonómico en el que todos prometerán y prometerán hasta meter, pero, ¡ay¡, ahí está la visión del ciudadano para, con responsabilidad, memoria, sagacidad y solvencia, discernir al  fulero del veraz, al aranero del  honrado, al limpio del corrupto, al coherente del incongruente.

La política puede o no gustarte, resultarte agotadora e insufrible; pero, de la misma depende tu futuro, el de tus hijos, y, aún desde la discordia, deberás de enfrentarte a la realidad y pasar el algodón sobre cuanto se te presenta para descubrir la joya y desdeñar el carbón.

Ahora verás cómo se engalanan las formaciones, unas derrocharán fuerza, dinero, presencia y apariencia, con el fin de encubrir su inconsistencia y su farsa; otras lucharán únicamente con la ilusión, las ganas, la imaginación y la fuerza que otorga la coherencia y la solvencia moral, pero sin dinero, sin presencia, sin ayuda y sin poder, para poder demostrar que la política y las cosas en ella se pueden hacer de otro modo, más limpio, más honrado, más trasparente y, sobre todo, con una visión y una forma mucho más social y solidaria, más de todos, para todos y por todos.          

Son los prolegómenos, las grandes copas, no te dejes emborrachar y comienza tu tiempo, el tiempo de la decisión..

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