OPINIóN
Actualizado 22/04/2015
Ascensión Iglesias Redondo

Históricamente las mujeres hemos sido socializadas y representadas en el universo de lo privado, entendiéndolo como doméstico. En este espacio de obligaciones domésticas, el tiempo de las mujeres siempre ha venido siendo en función de un sistema de valores patriarcales, donde las mujeres hemos reproducido el rol de amas de casa, proveedoras de cuidado infantil, de mayores y dependientes, además de ser administradoras y organizadoras del hogar.


Al incorporarse las mujeres al mercado laboral, a finales del pasado siglo, se inicia para las mujeres una mayor independencia económica y a la vez van adquiriendo mayor visibilidad en el ámbito público. Pero como, conocemos, los salarios femeninos siguen estando por debajo del de los hombres y se sigue sufriendo una mayor inestabilidad en el mercado laboral.


Además hay que superar la falta de adaptación de los hombres, a esta nueva realidad donde, el absentismo en la corresponsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado está suponiendo una sobrecarga de trabajo para las mujeres. Tenemos pues grandes retos producto de "viejas desigualdades" que afortunadamente van formando parte de la agenda política como problemas a solucionar: la feminización de la precariedad laboral, el riesgo a la pobreza que se agudiza en las familias monomarentales, son temas de preocupación social, pero que además están relacionadas con el derecho a tiempo propio de las mujeres.


El tiempo está considerado como la nueva fuente de riqueza debido a los estresantes ritmos de trabajo. Son los varones por su socialización de género, los que tienen, con mayor facilidad, tiempo propio, las mujeres son malabaristas del tiempo, obligadas a sobrellevar una doble o triple "jornada" donde tener tiempo propio es casi impensable. Esta falta de tiempo y esta sobrecarga de trabajo tienen un impacto negativo en la salud física y psíquica, además de en su desarrollo persona.


El disfrute de tiempo propio no debe de ser un lujo, sino el ejercicio de los derechos de la ciudadanía a una vida plena, al desarrollo intelectual, el descanso y la libertad.

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