Andando el tiempo
dejé de tirar piedras al río:
el agua me hacía falta
para beber.
Andando el tiempo
me percaté de que la infancia
es aquella lata de sardinas
que se queda olvidada en la nevera
cuando todo lo demás
hace tiempo se defecó.
Andando el tiempo
un día te paras
y caes en la cuenta
que el tiempo no anda:
es tu tiempo.
Es entonces cuando ?ensimismado-
vas y abres la ventana
de la habitación del hospital,
escudriñas el entorno,
clavas los ojos en la lejanía del paisaje
y asumes sin ninguna duda
que poco a poco vas siendo la historia
de tu propia historia.
Y el tiempo sigue andando
preñado de tu olvido.
Andando, andando, andando?
Fotografía: Hipólito Martín