De Wikipedia: "Mariano Constante Campo (Capdesaso, Huesca, España, 18 de abril de 1920 ? Montpellier, Francia, 20 de enero de 2010). Enrolado en 1939 en una Compañía de Trabajadores Extranjeros al servicio del Ejército francés, cayó prisionero de los alem
Cuarenta años después de terminar su pesadilla, este aragonés pequeño de estatura, cortés y sonriente que yo tenía ante mí conservaba todavía el demacrado aspecto y la mirada triste que le quedaron grabados a sangre y fuego en el campo de concentración de Mauthausen. Allí transcurrieron cuatro larguísimos años de su vida. Pasó por todo tipo de penalidades: dolor, humillaciones, hambre... En setiembre de 1941 llegó a pesar cuarenta kilos.
?Estábamos tan flacos y débiles ?me contó cuando le entrevisté para Radio Nacional de España? que si nos encontrábamos formados en fila y golpeaban a uno, los demás caíamos consecutivamente como fichas de dominó.
En medio del maremagno de imágenes penosas que guarda en la memoria, emerge sin embargo de continuo un recuerdo grato: el valor de la solidaridad y de la amistad sincera.
?En el campo de concentración había prisioneros de numerosas nacionalidades: franceses, rusos, polacos, austriacos... Pues bien, los españoles éramos los más unidos y los mejor organizados. No conocíamos el chauvinismo ni el racismo, ayudábamos cuando teníamos ocasión a cualquiera que lo necesitara, sin distinción de raza ni credo. Entre nosotros existía un espíritu tal de hermandad, que quedaban sorprendidos no solamente los restantes prisioneros, sino hasta los mismos nazis que nos custodiaban.
Va una pregunta retórica, porque la naturaleza humana nunca deja de ser como es, ¿pero por qué los españoles, y los hispanos en general, no demostraremos siempre ese mismo espíritu, sin esperar a encontrarnos en situaciones extremas?