Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar....
CÉSAR VALLEJO
Poemas Póstumos. Masa. 5ª estrofa
Alzo mi estatura, postrada de agravios, y mi dedo,
mínimo, aunque erguido, contra el ángel
exterminador que ha ido sellando
con fuego los desalentados balidos, la memoria
rota de cuantos ciervos han sido
expulsados del Edén, ofrendados
en las altas piras de los templos de la ira
al dios Ares, impío estandarte de la tribu.
Alzo, sí, mi dedo y señalo en el ágora,
como en un antiguo cantar de ciegos, los nombres
de los ciervos heridos, escritos
uno a uno, esculpida su memoria por los siglos
en el mármol adolecido de este Muro construido
con acantos de sangre y llantos, huella, estela
fúnebre renovada una y mil veces en las
[encrucijadas
de todos los caminos, testigo
frente a los nuevos vientos negros.
Alzo mi frente e impetro al arcoíris, ángel
para la luz, por si una nueva luz ?¡cuándo!?,
mientras sorbo, amargo, el último
veneno, amarillo, de este invierno,
inextinguible lugar de desalientos.
Alzo finalmente mi grito contra el obsceno
desfile de cadáveres, gritos rotos uncidos
a los tristes lamentos de los cárabos y al despertar
dolido de los mirlos, gritos injertados
en las palabras que aquí grito en carne viva,
[construidos
con las tubas de un réquiem inconcluso, gritos
depositados como rojas rosas inmortales
en las tumbas devastadas
de las víctimas.
¡Va por ellas!