¡Qué revuelo se montó con la conversación sobre la república de la semana pasada! Días después seguíamos abordando el tema desde distintos puntos de vista: que si las comisiones que cobran, que si son herencia impuesta por Franco? Pero nada, ¡nada!, al lado de la crítica que hizo Aurora sobre monarquía y machismo.
Que todos los españoles somos iguales, sin distinción de sexo, es algo que consagra la Constitución? salvo que te apellides Reydespaña. Entonces ese principio muere y el hombre prevalece sobre la mujer. Y esta estupidez, anacrónica e hiriente, se negó a cambiarla Juan Carlos y no quiso enmendarla Felipe. ¡Claro, a él le venía al dedillo!
Prometía tanto la conversación, que Emilio sirvió otra ronda bajo el lema de la casa invita.
Algunos dice que Elena, la mayor, nació con necesidades educativas especiales, y que eso aconsejaba mantener el dominio del hombre sobre la mujer en la línea sucesoria.
¡Hipócritas! ¿No llevamos años y años buscando la integración? ¿No llevamos décadas procurando que se integren en la sociedad con normalidad? ¿No se ha pasado la vida la reina (la de antes y la de ahora) visitando centros y animando a la sociedad a que den un empujón en pro de la integración? Una de dos: o son unos falsos que no se creen lo que predican, o son unos machistas redomados que favorecen la superioridad del hombre y defienden la sumisión de la mujer.
O las dos cosas, interrumpió Alberto.
Y si no nació diferente ?prosiguió Aurora su razonamiento-, entonces? Entonces es que el machismo corre por sus venas de sangre azul. Un machismo ilegal, ilógico, devastador, cruel? Un machismo que hace que no me pueda identificar con ellos, que me lleva a rechazar la monarquía y a seguir luchando para que cambien las cosas.
¡Qué pena! Mañana la misnistra de igualdad de turno volverá a decirnos que frente al machismo, "tolerancia cero" mientras la Jefatura del Estado se asienta en los más retrógrados principios de prevalencia masculina.
No pudimos por menos que aplaudir la verdad que encerraban sus palabras.