OPINIóN
Actualizado 17/04/2015
María Fuentes (Fotografías: Pablo de la Peña)

 

Hace ya unos meses mi amigo Fran Albert, después de una enriquecedora conversación me regalo un libro: "La rana que no sabía que estaba hervida"·

Una rana en una olla hirviendo, un brote de bambú que tarda en salir, una mariposa que lucha por salir de su crisálida... Historias, fabulas que  sirven a Oliver Clerc como pretexto para hablar del ser humano, de la existencia, de la inconsciencia y de la conciencia.

 La primera fábula, una rana  que piensa que está en la Maldivas ( por la temperatura del agua) no se da cuenta de que la están cociendo. Esta historia le sirve al autor para advertirnos de los cambios que se van produciendo poco a poco a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta, como la pérdida de valores en la sociedad o la degeneración en las relaciones de pareja. Cuando vas leyendo, sientes el gorgoteo del agua que envuelve todo tú ser, y te preguntas ¿soy rana o sapo?, sapo porque a estos nadie los quiere comer, son diferentes y advierten los cambios  tanto croando en una roca como escondidos en una tronera.

 Las otras seis fábulas, tienen el mismo fin: hacernos ver, grandes cuestiones sobre la condición humana.

Para mí y desde mi maltratada única neurona nuestra sociedad es la protagonista de las parábolas.

Una sociedad anestesiada, una sociedad zombi, una sociedad que mira al cielo del Estado esperando el maná, no es, precisamente, la mejor compañera de viaje. Esta sociedad se hace renqueante y pierde cada momento vigor generando una paraplejia social en la que el cerebro piensa, se excita pero sus órdenes no tienen la suficiente fuerza para hacer mover la maquinaria social.

Vivimos en la época del subsidio para tapar bocas, acallar posibles algaradas y mantener votos en cautividad.

De la fábula del Bambú chino, no me quiero extender. En nuestra sociedad dónde todo es YA, es difícil entender la formación, la creación de valores, las raíces. Sólo, o casi, interesa la flor, lo que se ve, las redes sociales dónde contamos patrañas que no creemos ni nosotros pero dan una imagen VIP de nuestra persona, o eso creemos, que la realidad muchísimas veces es otra bien distinta.

Si que quiero hacer alusión a la historia, cuento, relato o dicho en la que el autor expone las dificultades que tiene la mariposa para salir de su crisálida. La barbarie que supondría para ella que alguien la rompiese sólo en aras de facilitar su salida, la ayuda malentendida.

En el mundo de la educación dentro del hogar en muchísimos casos, rompemos la crisálida para que salga la mariposa y en este acto hemos dañado sus alas con lo que no tendrá belleza y encima no podrá volar. Si ante cualquier problema, por leve que sea, lo solucionamos los padres, cuando nuestro hijo quiera enfrentarse a otro similar no sabrá, no  ha aprendido el camino para ello con lo que se defraudará, y su moral bajara a límites insospechados y entonces?

Cuando estas " mariposas" con las alas quebradas llegan al colegio tienen tantas lagunas de aprendizaje personal que le impiden asimilar el aprendizaje académico.

Creo que es mejor que el cuerpo compita directamente con las décimas de fiebre y de vez en cuando nos olvidemos del paracetamol, al menos no tendremos efectos secundarios.

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