Contar cuentos es abrir una puerta a la imaginación, ponerle palabras, escenarios increíbles y gestos a mundos fantásticos a los que viajar sin movernos del propio espacio que nos rodea.
Nosotras estamos a diez mil kilómetros de nuestro hogar, disfrutando de la fabulosa ciudad de Santiago de Chile, y aquí hemos descubierto que contar cuentos es también una medida de inclusión social y una apuesta fuerte por recuperarse a uno mismo a través de historias, palabras y gestos que cuentan.
En el año 2010 la Fundación Mustakis, dedicada a la promoción de la educación , el arte , la cultura y las humanidades, creó su propia Escuela de Cuenta Cuentos, un espacio de encuentro y aprendizaje en torno a la literatura, la creatividad y las artes escénicas.
La formación es gratuita para cualquier interesado mayor de 18 años y lo primordial para acceder a ella es la motivación. Querer contar a los niños y aprender para ello a ser consciente de las capacidades y fortalezas de uno mismo. Integra el desarrollo corporal y emocional de las personas y constituye, para muchos de los que ya han pasado por la escuela, una manera de conocerse, conectar con su niño interior y querer compartir lo aprendido con pequeños lectores fundamentalmente de entornos vulnerables. De ahí el valor afectivo, cultural y social de la iniciativa.
Durante el año 2013, más de 58 mil alumnos vivieron la magia de la narrativa oral a través de la Escuela Cuenta Cuentos. Actualmente hay escuelas en Santiago (Biblioteca Santiago; El Bosque, Quinta Normal; Huechuraba y Chimkowe Peñalolén), en Iquique (Consejo de la Cultura de Tarapacá) y Valparaíso (Universidad de Playa Ancha), y pronto se abrirán otras instancias en diversos lugares de Chile.
¿No os apetece que haya una así en Salamanca?