Llevamos ya quince dias de la estación de la primavera. Los árboles se presentan bajo el exuberante ropaje de hermosas flores, y anuncian ya los abundantes frutos del próximo verano.
En el hemisferio sur no tienen la suerte de poder celebrar como nosotros las fiestas de Pascua en los tiempos floridos de primavera. Pero nosotros sí podemos seguir hablando hoy, lo mismo que nuestros padres hablaban, de Pascua Florida.
Este año la primavera ha venido cargada de frondoso esplendor. Y el soleado y moderado clima ha favorecido las solemnes y concurridas celebraciones litúrgicas y los devotos desfiles procesionales.
Ahora es la Pascua, la celebración maxima de los cristianos, la que ocupa nuestra atención, nada menos que a lo largo de cincuenta días, lo que da idea de la importancia que se le concede.
No encontraremos fácilmente expresiones de alegria pascual, como las tenemos abundantes en la semana de pasión. Siempre hemos tenido los españoles más tendencias doloristas y tragicómicas que a las manifestaciones con cara de pascua, que son las que más oportunamente nos corresponden.
Es verdad que, si queremos reconocer los hechos de pasión que abundan en nuestros días, no quedan muchas oportunidades ni espacios para la alegria ni para la esperanza. Sean células yihadistas, o locuras de estrellar aviones en las escarpadas cumbres de los Alpes.
Y, sin embargo, a los temibles rigores del crudo invierno siempre han sucedido las hermosas alegrías de primavera. Será precisa quizá nuestra espléndida o modesta colaboración para conseguir los efectos primaverales y pascuales de nuestra espiritualidad cristiana, y esta año tambien teresiana. El sol esplendente de Cristo Resucitado no nos faltará ni dejará de iluminar en lo más profundo de nuestras vidas y de nuestras expectativas de felicidad.
Feliz Pascua Florida para todos.