La herramienta fue de hierro. Para su manejo se le añadía una parte de madera: un mango, un soporte. El arado romano, que se usó en nuestros campos castellanos hasta más allá de mediado el pasado siglo XX, era básicamente una reja de hierro; puesta en un soporte de madera, con una biga o cabezal que se enganchaba al yugo de la yunta, se hundía en la tierra y dejaba a la intemperie sus entrañas. Yo conservo una reja de arado porque con ella mi padre hizo miles de kilómetros de cerros en las besanas salmantinas. La reja era la herramienta más importante del campesino. Algunos de los utensilios de la edad de piedra eran herramientas, pero lo fueron realmente cuando tomaron el nombre del hierro: "ferrum". El mundo da vueltas y en su voltear avanza y a veces retrocede. Hoy la herramienta puede ser que no tenga nada de hierro, ni nada de nada. Puede ser virtual. Humberto Eco puede decir ahora y lo dice: "internet también es una herramienta de lectura"; y los periodistas dicen: "internet es una herramienta periodística". Las palabras evolucionan en su significado. Yo creo que la palabra herramienta empezó a evolucionar cuando los dirigentes sindicales se hicieron políticos y ya no sólo gritaban contra los patronos en las huelgas y manifestaciones sino que pronunciaban conferencias y daban ruedas de prensa. Entonces emplearon el léxico de los proletarios, que no sólo usaban la palabra sino que usaban la herramienta. Y así se empleó la palabra para cosas que son de hierro pero valen para hacer algo: cosas que a veces sólo están en la cabeza de alguien pero le valen para sus fines, como al cerrajero o al carpintero le vale el martillo y al agricultor le valía el arado.