La prisión de ser amada
por una humilde pasión,
es un sueño cautivado
de dirigirme hacia Dios.
La tristeza se enriquece
con el suspiro de ser
Teresa, esclava y sumisa
de Jesús , mi único bien.
La muerte olvida su llanto,
alegra mi corazón,
se despide en el silencio
junto al amor del Señor.
La vida sigue su estancia
preñada de una ilusión:
ser prisionera del cielo
donde habita mi oración.
Muerte y vida se hacen una,
entregan todo su amor,
cabalgan sobre mi pecho
unidas en mi interior.
Su encuentro se hace sublime
en un suspiro de voz,
deshabitadas navegan
entre mi piel y mi Dios.
&.Poema dedicado a Sta Teresa de Jesús en su V Centenario.
Foto y Texto: SOFÍA MONTERO GARCÍA.