Unos días de asueto, y una carta de Francisco Javier Calvo Lausin, publicada en el periódico El País, para reflexionar...
Pregunto a cualquier ministro, presidente de la Administración o comunidad de turno: ¿no es usted un defensor activo del medio ambiente? O sea, ecologista. Quizás prefieren un aire contaminado que mata prematuramente a más de 400.000 europeos al año (no solamente a los pájaros), o una tierra y un agua contaminadas por el veneno del lindano o cualquier otro residuo. ¿De verdad creen que sale a cuenta? ¿Por qué el ecologista es siempre el cabeza de turco perfecto para echarle la culpa de todos los males que nos aquejan? Lo último, que el Ebro se desborde. La rígida normativa ambiental no permite hacer dragados; eso sí, se permite urbanizar meandros para exposiciones, ocupar zonas de inundación y realizar megaproyectos hidráulicos, con costes inasumibles por los agricultores, y destructores de ecosistemas milenarios.
Va de perlas tener unos ecologistas para echarles la culpa de todo, en lugar de reconocer que se han equivocado. Ha existido una mala gestión, negligencia en las funciones de protección y políticas complacientes y populistas del agua y campos de golf para todos, en lugar de velar por el menos lucrativo bien común. Dejen ya de confundir, etiquetar y enfrentar a la gente. Ningún ciudadano ?sea agricultor, funcionario o ministro? puede permitirse no ser ecologista hoy en día. Sean transparentes y digan a una ciudadanía inteligente las medidas efectivas que deben tomarse y su coste, que infaliblemente tendremos que pagar. Y asuman su responsabilidad dimitiendo.