OPINIóN
Actualizado 06/04/2015

En estos tiempos de incertidumbre y cambios sociales, muchos se recrean en otros tiempos pasados que, según ellos, fueron mejores. Sin embargo, la esperanza es el motor del ser humano que no puede ser cubierta con la venda del ayer.

Cuando una persona se obceca en observar sus pasos por la vida,  tiene su mente girada hacia atrás y, de este modo, lo único que deja a la vista para el futuro, es la parte en la cual la espalda pierde su casto nombre.

Mirar el pasado solo de soslayo para aprender de los errores y vivir el presente con ilusión y esperanza, es la única forma de contemplar el futuro en toda su plenitud. Los que viven en el dolor y el sufrimiento constante, necesitan creer que el amanecer les traerá un día nuevo, un mañana mejor sin amargura. Los que creemos en una vida tras la muerte, vivimos llenos de esperanza y con la mirada fija en el futuro, esperando tener la tan ansiada paz prometida. Pero el presente hay que vivirlo, no podemos quedarnos cruzados de brazos como quien espera al autobús. Hay que trabajarlo y sacarle todo el jugo, buscando en él todas sus partes buenas que, muchas veces se empeñan en esconderse y aunque el dolor nos siga  en nuestro caminar, esperar con ilusión que el sol vuelva a salir, inundándonos de luz e indicándonos el sendero que debemos recorrer, porque así, de una manera u otra, obtendremos recompensas en esta aventura llamada vida.

Alguien dijo alguna vez: "El pasado ya pasó y el futuro está por venir, vivamos el hoy con esperanza ya que es un regalo, por eso se llama presente".

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