OPINIóN
Actualizado 05/04/2015
Asprodes

Tal vez, quien resucitó fue el espíritu de Cristo que vuelve a la vida en el cuerpo de quienes aman a sus semejantes hasta dar la vida por ellos.

Directamente al grano: La resurrección del Hijo del Hombre pertenece en exclusiva al espacio de la fe religiosa y justifica ésta, porque como dijo Pablo de Tarso a los corintios en su primera carta, sin la resurrección los católicos no irían a parte alguna porque si Cristo no hubiera resucitado sería vana toda predicación y la fe de los creyentes.

La seguridad de los católicos en la resurrección de Jesús, contrasta con la incredulidad de los ateos, teniendo ambos grupos la certeza absoluta de sus creencias respectivas, sin posibilidad de llegar a evidencias tangibles, porque nunca se probará la resurrección como hecho histórico objetivo, aunque a los cristianos les baste su capacidad para creer ? o crear ? lo que no han visto, quedando la Iglesia como fedataria de un hecho sin documentación acreditativa, salvando la fe del creyente toda duda en la resurrección.

Llama la atención que los cuatro cronistas oficiales reconocidos por la Iglesia Católica Apostólica y Romana no se pongan de acuerdo en los hechos acontecidos en el día que hoy se conmemora, como puede verificarse leyendo los relatos descritos por cada uno de ellos, donde el único punto de encuentro en los cuatro es la presencia de María Magdalena y la propia resurrección del Maestro.

Por otro lado, es curioso que el resucitado no se presentara a sus seguidores con el mismo aspecto físico ni la misma cara que los discípulos le habían visto durante los años que estuvieron con él. En caso contrario no puede entenderse que dos de estos amigos no le reconocieran cuando conversó con ellos camino de Emaús. Que su enamorada Magdalena le confundiera con un hortelano cuando se presentó ante ella. Que a los discípulos tuviera que mostrarles sus manos y costado para que le reconocieran, con ayuda del Espíritu Santo, claro. Que Tomás se viera obligado a meter la mano en la herida. Y que los pescadores del Tiberiades sólo le reconocieran al sacar las redes llenas de peces siguiendo las instrucciones del "aparecido", y no cuando se acercó a ellos.

Tal vez, lo que resucitó fue el espíritu de Jesucristo que habita en el cuerpo distinto de cada creyente comprometido realmente con la doctrina del Salvador, y continúa resucitando cada día en las personas que aman a sus semejantes como el Hijo de Dios amó al prójimo hasta dar su vida por él.

 

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